Hace 100 años, más de un millón de hombres se ganaba la vida con el carbón en Reino Unido. Hoy ya no lo hace ninguno. Porque hoy cierra la última mina subterránea de carbón británica, cerrando una industria que ayudó al país a convertirse en una superpotencia en el siglo XIX y que fue símbolo de la Revolución Industrial.
Y es que aunque la minería estaba de capa caída, especialmente desde el asalto de Margaret Thatcher en los 80, el colapso de los precios del carbón y la renovada lucha contra el cambio climático le han dado el golpe definitivo de gracia.
La mina de Kellingley Colliery, cerca de la ciudad de Leeds y abierta en 1965, cerrará hoy sus puertas después de que en julio cerrara Thoresby en Nottinghamshire. La industria del carbón británica se quedará ahora con unas pocas minas a cielo abierto que producirán unas 8 millones de toneladas de combustible al año, cuando en 1913 la producción alcanzó un máximo de 292 millones de toneladas.
En Reino Unido, la minería de carbón existía desde antes de la invasión de los romanos, pero no despegó de verdad hasta la Revolución Industrial. A comienzos del siglo XX, había en el país más de 3.000 minas, desde el sur de Gales hasta el condado de Yorkshire, en el norte de Inglaterra.
Reino Unido, que el año pasado importó 42 millones de toneladas de carbón, quiere acabar con las plantas energéticas que utilizan esta materia prima y sustituirlas por nucleares y centrales de gas para reducir las emisiones sin que se disparen los costes para los consumidores. Las plantas de carbón que no estén equipadas para capturar emisiones cerrarán como tarde en 2025.
Además del cada vez menor apoyo de los gobiernos en todo el mundo, la industria del carbón ha sido superada por el advenimiento del shale gas, que ha terminado de hundir los precios. Se están cerrando minas por todo el planeta, mientras todo tipo de empresas del sector acaban en bancarrota. El fin de una era está más cercano.
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Fuente: eleconomista.es
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