Dos ingenieras mexicanas que están cambiando la forma de entender la sostenibilidad


Durante años, la sostenibilidad fue vista como un concepto lejano, técnico o incluso incómodo para muchas industrias. En la práctica, pocas iniciativas lograban traducir el discurso en acciones concretas. Hoy, sin embargo, nuevas voces están transformando esa narrativa desde dentro, con conocimiento, experiencia y una profunda conciencia social. Entre ellas destacan Paola Rascón y Ashly Hinojos, dos ingenieras mexicanas que decidieron replantear la manera en que el país gestiona sus residuos y se relaciona con su entorno.

Ellas son las mentes detrás de Silice, un proyecto que nació de la curiosidad científica, la experiencia industrial y una pregunta sencilla pero poderosa: ¿qué pasaría si los residuos dejaran de verse como un problema y comenzaran a entenderse como una oportunidad?

Ciencia que baja a tierra

Paola Rascón es ingeniera en Biotecnología, egresada del Tecnológico de Monterrey, con una maestría en Administración de Empresas y más de diez años de experiencia en investigación, docencia y desarrollo de proyectos vinculados a la bioingeniería y la ingeniería ambiental.

Lejos de limitarse al laboratorio o al análisis teórico, Paola decidió llevar el conocimiento científico al terreno real: plantas de reciclaje, procesos industriales y comunidades que conviven diariamente con los efectos de una mala gestión de residuos. Su trabajo ha sido clave para desarrollar procesos de reciclaje de vidrio que hoy operan en condiciones reales en México, demostrando que la innovación ambiental también puede ser estratégica, rentable y socialmente responsable.

Quienes trabajan con ella coinciden en algo: Paola no habla de sostenibilidad como un concepto abstracto, sino como un sistema que se construye, una cultura que se adopta y una decisión que se toma todos los días.

De la industria pesada al cambio ambiental

La historia de Ashly Hinojos se forjó en escenarios muy distintos. Ingeniera mecánica, con una maestría en Administración de Empresas, pasó más de ocho años trabajando como ingeniera de perforación en plataformas petroleras, en más de nueve países, especializada en exploración de hidrocarburos en aguas profundas.

Esa experiencia le dio algo poco común: una comprensión profunda de la industria pesada desde adentro, de sus tiempos, sus riesgos y sus áreas de oportunidad. Ashly no habla del sector industrial desde la crítica externa, sino desde haber estado ahí. Por eso, cuando decidió involucrarse en un proyecto ambiental, lo hizo con una mirada realista, operativa y enfocada en soluciones.

Hoy, además de cofundar Silice, ha desarrollado una comunidad en redes sociales donde comparte su experiencia como ingeniera, mujer y emprendedora, inspirando a nuevas generaciones de mexicanas a ocupar espacios que durante mucho tiempo parecieron inaccesibles.

Un impacto que se construye con comunidad

Silice no es una idea en papel ni un proyecto de discurso. Es un trabajo que se construye paso a paso: recolección y procesamiento de vidrio, programas de educación ambiental y campañas comunitarias que han involucrado a niñas, niños, jóvenes, empresas y familias enteras.

El impacto no solo se mide en toneladas recuperadas o puntos de acopio instalados, sino en algo menos visible pero igual de importante: la manera en que las personas empiezan a entender su relación con los residuos y con su entorno. Para Paola y Ashly, no hay sostenibilidad sin comunidad, ni cambio ambiental sin confianza social.

Aliados para ir más lejos

Para ampliar este impacto, Silice trabaja de la mano con aliados estratégicos como SACH, con quienes ha logrado articular operación ambiental, cumplimiento normativo y comunicación clara, especialmente en sectores industriales y mineros donde la transparencia y la relación con las comunidades son fundamentales.

Más que una alianza comercial, se trata de una colaboración que permite que las acciones tengan seguimiento, orden y contexto, y que las buenas prácticas no solo se realicen, sino que también se entiendan y se comuniquen con responsabilidad.

Mexicanas que están moviendo estructuras

La historia de Paola Rascón y Ashly Hinojos no se cuenta desde el protagonismo ni desde los reflectores. Se cuenta desde el trabajo constante, los procesos bien hechos y las decisiones difíciles. Son parte de una generación de mexicanas que están transformando industrias clave desde adentro, con conocimiento técnico, criterio y convicción.

Desde la ingeniería, la ciencia y la industria, están demostrando que el cambio no siempre empieza con grandes discursos, sino con acciones concretas y una idea clara: cuidar el entorno también es una forma de construir desarrollo.

Esta es solo la primera de varias historias que vale la pena contar. Porque cuando el cambio es real, merece ser visibilizado.