Los tiempos actuales no son fáciles para la minería en México. Entre la caída de los precios en los metales, la reforma fiscal que ha conllevado un aumento a los impuestos en esta actividad extractiva y el encarecimiento de los insumos, el panorama no resulta, a corto plazo, muy prometedor.
Hace un año, el presidente de la Cámara de Comercio de Canadá (Cancham, por sus siglas en inglés), David Robillard, vaticinó que podrían perder rentabilidad algunas de las 200 compañías mineras canadienses asentadas en territorio mexicano, en virtud de los factores arriba mencionados.
La suspensión (temporal, dicen) de Aranzazú Holding, empresa minera asentada en Concepción del Oro, Zacatecas, y perteneciente a la compañía canadiense Aura Minerals Inc., confirma tan negros augurios expresados por Robillard.
Lo anterior nos hace pensar: si así les está yendo a empresas con capital proveniente del primer mundo, �qué será de las empresas mexicanas, de los pequeños mineros ��que no son equivalentes, claro�� de los esfuerzos de nuestros coterráneos, cuya capacidad de inversión es menor?
Alguien podrá replicar: el cierre de una sola empresa minera, de entre las 200 compañías canadienses en México, es la golondrina que no hace verano. Buen argumento, por lo pronto. Sin embargo, estamos hablando de cerca de 500 empleos directos los que se pierden, sin mencionar los indirectos, entre servicios, contratistas proveedores, entre otros.
Lo sabemos: la tentación catastrofista está al acecho cuando se trata de abordar este tema. Por ahora no adelantamos pronósticos. El año es joven aún.
Kutzi Hernández, Outlet Minero.
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