En medio del árido paisaje del desierto chihuahuense, un rincón verde resiste y enseña. Se trata del Jardín Botánico Figuras del Desierto, un espacio que, bajo el cuidado de Industrias Peñoles, se ha convertido en un refugio de biodiversidad y conocimiento.
Ubicado en la ciudad de Torreón, este jardín no solo alberga una rica colección de especies adaptadas a la sequía, como cactus, magueyes, yucas y sotoles, sino que también cumple una función vital como centro de educación ambiental. Cada planta cuenta una historia de adaptación, resistencia y belleza natural que, a través de recorridos guiados, es compartida con miles de estudiantes y visitantes al año.
Un compromiso que trasciende lo ambiental
Para Peñoles, cuidar este jardín va más allá de preservar especies. Es una forma de devolverle algo al entorno que los rodea. A través de esta iniciativa, la empresa promueve el conocimiento sobre la ecología del desierto y fortalece sus programas de conservación de flora endémica.
Durante el recorrido, es común ver a grupos escolares observar con asombro las formas y colores de los nopales, las biznagas o los órganos en floración. También se aprecian árboles como el mezquite, esenciales para el ecosistema por la sombra que ofrecen y su valor para la fauna local.
El jardín es un espacio vivo donde la ciencia, la educación y el respeto por la naturaleza se encuentran. Aquí, se cultiva una conciencia ambiental que busca dejar huella en quienes lo visitan.
Un día para reflexionar
En el marco del Día Internacional de los Jardines Botánicos, que se conmemora el segundo viernes de octubre, Figuras del Desierto cobra aún más relevancia. Este día invita a valorar estos espacios como guardianes de la diversidad vegetal, laboratorios naturales para la investigación científica y herramientas esenciales en la lucha por la conservación del planeta.
El jardín botánico de Peñoles es prueba de que, incluso en los lugares más secos, puede florecer la vida… y también la conciencia.
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