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En las entrañas de Asturias: Una visita a las minas de Sotón

La Cuenca minera es donde se encuentran los tres colores de Asturias: el verde de sus valles, el azul del Nalón o el negro del carbón. Éste último significó una

hace 9 años

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La Cuenca minera es donde se encuentran los tres colores de Asturias: el verde de sus valles, el azul del Nalón o el negro del carbón. Éste último significó una de las actividades económicas más importantes de la región. De hecho, en algunas comarcas aún lo sigue siendo. Entre la gran cantidad de pozos y minas de la zona se encuentra Sotón, el único abierto al público.

La visita es cual Lluvia de estrellas. Uno llega con sus mejores galas y sale cantando el “Yo soy minero” a voz en grito. El mono, camiseta, calcetines, botas, guantes, casco, linterna y calzoncillos (aunque seas mujer los calzoncillos van en el pack minero) van incluidos con la visita. Igual que los cinco mineros que te acompañan. Ellos dicen que lo son, aunque también podrían ser humoristas y nadie lo notaría. Según ha explicado Sergio Martínez, el coordinador de visitas al pozo Sotón y secretario de Presidencia de Hunosa, la empresa que lo gestiona: “Cuando iniciamos las visitas por la mina pedimos que en el casting escogieran a los mineros más graciosos”. Y así fue. Lucas, Pedro o Rogelio son algunos de los mineros que pondrán el humor a una actividad tan dura como es la minería.

En grupos de diez personas, y acompañados por los mineros, los visitantes pueden bajar hasta 550 metros de profundidad. Para que te hagas una idea, el único edificio del mundo que supera esos metros en altura sería el Burj Khalifa, en Dubái. Por lo demás, estarías bajando a más profundidad de lo que mediría el Empire State Building si lo enterrasen. Si las alturas siempre han tenido un significado especial para los viajeros, por qué no lo iba a tener viajar al centro de la tierra. No angustia y además hace una temperatura ideal. Quitando la bajada por una de sus chimeneas, las galerías son amplias y no tendrás que ir agachado o de rodillas, ¡tampoco eres tan alto! Piensa que ahí abajo siguen trabajando y los mineros no suelen ser especialmente pequeños.

Bajarás en una jaula por una chimenea

La aventura comienza con un recorrido por sus exteriores, donde se pueden ver los dos castilletes (actualmente caso único en la Cuenca del Nalón) y la sala de máquinas, el edificio más importante de un pozo minero. Una vez terminada llega el plato fuerte, la bajada a las galerías. Se hace en la misma jaula (así es como llaman ellos al montacargas) en la que bajan habitualmente los mineros. La principal característica es que desciende a una velocidad algo superior a lo que lo haría un ascensor normal. Con él se llega hasta la planta 8 donde se encuentra la chimenea La Jota, que viene a ser un pozo inclinado con tramos en vertical de hasta 43 grados. No intentes evitar mancharte. No podrás, pues aunque es posible descender agachado, al final decidirás hacerlo medio a rastras. Es el único tramo estrecho del recorrido, donde se verá parte del carbón y en el que se explica cómo se realiza la extracción de la hulla y el trabajo en estas chimeneas.

El recorrido continúa por la planta 9 y 10, en galerías mucho más amplias donde la única luz será la de las linternas. En la última de todas es donde se enseña cómo se abren los túneles mediante el uso de explosivos. Aunque tranquilo, nadie va a volar por los aires. Que tengan la dinamita en una mano y el mechero en la otra es puro teatrillo. Bueno, lo cierto es que el mechero está prohibido durante toda la visita. También el móvil, la cámara de fotos o cualquier otra cosa. Adiós selfies mineros.

En cambio, sí te darán un taladro. Uno grande y pesado con el que te pondrán a trabajar. Porque, tal y como dicen ellos, “Aquí las visitas vienen a adelantarnos el trabajo” y se ríen (todo ello dicho con el acento asturiano correspondiente). Esta es una de las mejores experiencias de la excursión, ya que incluso te permitirán llevarte tu propia piedra de carbón a casa para que le cuentes la anécdota a tu cuñado, o lo uses de pisapapeles. También te dirán que “eres el mejor picador”, pero es mentira. En realidad aunque te hayas dejado los brazos (y la vida) en ello, el cacho que extrajiste es del tamaño de un caracol.

Allí también están los vagones de carga y te explicarán las técnicas de seguridad que utilizan los mineros durante su turno de trabajo. Las camillas que usan para subir a los lesionados, los sistemas de ventilación y que ellos también tienen una santina, Santa Bárbara, la patrona de los mineros que se encuentra metida en un pequeño agujero de la mina. La salida se hará en uno de sus trenes subterráneos cual parque de atracciones. Si no fuera por la velocidad, seguro que ellos también se pondrían a dar escobazos. Hasta llegar a la jaula, el montacargas que te volverá a llevar a la superficie acompañado del estruendo de una sirena cuatro horas después. Esta es la que marca los cambios de turno. Por el aspecto, una vez te de la luz del día (que no del sol) nadie dudará que eres un minero más. Eso o Stevie Wonder.

La Cuenca, un lugar histórico en España

El pozo Sotón, declarado Patrimonio Industrial en España, es la única mina de estas características abierta al público desde hace unos meses. Aunque en nuestro país existen otras de semejantes características como la de El Soplao, en Cantabria; Arditurri, en País Vasco; Las Médulas, en el Bierzo; o Escucha, en Teruel, la más profunda de ellas sólo permite bajar hasta 200 metros. La mayoría de ellas, además, están habilitadas como museos. En Sotón la experiencia es auténtica.

Aunque desde finales de 2014 ya no se extrae carbón de ella, todavía se realizan algunos trabajos, pues está unida a la mina de María Luisa que sigue en funcionamiento. Por lo tanto, no se trata de un paseo ligero por una antigua mina, sino una actividad de aventura donde más vale que vayas en buena forma si no quieres pasarte el resto de la semana quejándote y sin poder moverte del sofá.

Esta visita no sólo permite adentrarse en una de las actividades industriales más significativas de Asturias, sino también en la única zona de toda España donde cuajó la Revolución de 1934. La Cuenca del Nalón fue el principio de la guerra civil, pero también el final.

Editorial

Publicado hace 9 años

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