La mina de Arnao y sus entrañas

A veinte metros bajo tierra todo es negro. La tenue luz de un candil ilumina las estancias, galerías de apenas un metro sesenta de alto. De fondo, el susurro del Cantábrico y el chirrido de las vagonetas. Adentrarse en la explotación hullera de Arnao, el santuario minero de España, es hacer un viaje al siglo XIX. Para hacerlo más creíble, los responsables del Museo de la Mina de Arnao celebraron ayer ""La noche en la mina"", una actividad en la que emularon las condiciones en las que se movían aquellos mineros de boina, traje azul y alpargatas que hicieron posible hasta 1915 la extracción de mineral para la Real Compañía Asturiana de Minas.
Iván Muñiz, director cultural del Museo que gestiona la empresa Sadim del Grupo Hunosa, guió a los 48 visitantes (cuatro grupos de doce) por las entrañas del acantilado y les descubrió los secretos del laberinto de galerías. Tras descender al pozo, los turistas siguieron atentos a Muñiz con cuidado de no tropezar en los túneles por los que otrora los minores arrastraban pesadas vagonetas. ""Aquí abajo reina la desorientación. A veinte metros de profundidad todavía se escucha el murmullo del mar lo que ayuda a ubicarse espacialmente, pero más abajo, en las zonas que hoy están inundadas, eso es imposible. Lo que hacían los trabajadores era pintar en tablones y en las paredes marcas y nombres de galerías"", explicó Iván Muñíz. En la mina de Arnao no faltaba el trabajado y, en ocasiones, la explotación se envolvía de supersticiones. ""Había quien tenía miedo a entrar en la mina por parecerse demasiado a una cueva, tradicional hogar de seres como cuélebres o los duendes de las minas"", recalcó el guía de la expedición a las entrañas de la mina de Arnao.
Los personajes menos afables de la mitología asturiana no eran, sin embargo, los peligros que acechaban tras las veta de carbón: los hundimientos, las inundaciones o los incendios preocupaban a los trabajadores.
Tras años de explotación, las dificultades en la mina de Arnao comenzaron en 1903 debido a las primeras filtraciones de agua de mar, un problema que no cesaría. En 1915, cuando los trabajos de explotación minera se realizaban ya a quinientos metros de la costa, una vía de agua inundó toda la mina, que tuvo que ser abandonada.

Fuente: www.lne.es