Después de más de una década sin alcanzar esos niveles, la plata volvió a colocarse en el centro de la conversación financiera al superar los 40 dólares por onza. Este repunte, que la llevó hasta los 40,62 dólares, no se veía desde octubre de 2011 y ha despertado entusiasmo entre inversionistas y analistas de todo el mundo.
El ascenso no ocurrió en solitario. El oro también mostró fuerza y estuvo a punto de romper la marca de los 3 500 dólares por onza, reflejo de un momento en el que los metales preciosos han vuelto a convertirse en refugio frente a la incertidumbre.
La Reserva Federal en la mira
Uno de los motores detrás de la escalada es la expectativa de que la Reserva Federal de Estados Unidos recorte las tasas de interés en su reunión de septiembre. De confirmarse, la medida podría reducir la presión sobre los mercados y mantener atractivo el resguardo en metales como el oro y la plata.
Demanda industrial y déficit de oferta
Pero no todo es especulación. La plata vive un auge por su uso industrial, especialmente en sectores ligados a la energía solar y la tecnología, donde la demanda no ha dejado de crecer. A esto se suma un déficit de producción que ya lleva cinco años seguidos y que mantiene ajustado el mercado.
Un año histórico
En lo que va de 2025, la plata acumula una ganancia superior al 37 %, mientras que el oro ha subido más del 30 %. Cifras que, para muchos, confirman que no se trata de un fenómeno pasajero.
¿Y ahora qué?
Aunque hay voces que anticipan nuevos máximos, también existen advertencias: la volatilidad de la plata puede jugar en contra en cualquier momento. Por lo pronto, el metal ya consiguió lo que parecía impensable hace algunos meses: volver a brillar como protagonista en los mercados internacionales.
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