Lo que queremos de Tesla
COLUMNA
Tras una serie de desencuentros entre el presidente López Obrador y el gobernador Samuel García, finalmente se confirmó la noticia de la construcción de la gigaplanta armadora de vehículos eléctricos Tesla en el estado de Nuevo León.
De acuerdo con información del gobierno federal, específicamente de la Subsecretaría de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la planta de Tesla representará una inversión superior a los 5 mil millones de dólares y tendrá la capacidad para producir un millón de autos al año.
A partir de la incorporación de esta línea de producción, México llegará a ensamblar 4.1 millones de automóviles anualmente y se colocará entre las cinco naciones con niveles más altos de fabricación de vehículos en el mundo, por arriba de potencias como Alemania y Corea del Sur.
Se trata de un acontecimiento que vendrá a impulsar el desempeño de nuestro país en un rubro en el que ya destaca, pues en la actualidad, con una producción de 45 mil unidades al año, México se ubica como el líder de la región de América Latina en la producción de autos eléctricos.
Pese a las presiones presidenciales para que la planta de Tesla se ubicara en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, materializadas sobre todo en el amago con no otorgar permisos de consumo de aguas nacionales si no se cumplía con ese propósito, lo cierto es que el aval del ejecutivo a este proyecto genera una serie de elementos que pueden abonar a la certidumbre necesaria para el crecimiento de las inversiones extranjeras.
Después de las tristes noches posteriores a la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional en Texcoco y de la suspensión de la construcción de la planta cervecera de Constellation Brands en Baja California, esta determinación de dar por autorizada la inversión de Tesla constituye un nuevo aire para el eslabonamiento de la inversión.
Sin embargo, será importante esperar a confirmar que semejante actitud del presidente no corresponde a un simple impulso efímero, sino que efectivamente proviene de un interés genuino por estructurar mecanismos que motiven la llegada de nuevas inversiones al país.
Más allá de necesidades elementales como la existencia de un sistema de salud con cobertura y calidad o la de un sistema educativo con la capacidad de propiciar la movilidad social y económica, una de las políticas sociales más relevantes a desarrollar por parte de cualquier gobierno es la referente a la generación de empleos bien remunerados.
Uno de los factores con mayor peso en el cumplimiento de este propósito es la entrada de inversiones extranjeras con la capacidad de masificar la generación de empleos en niveles avanzados de mano de obra calificada y no en manufactura básica como la maquiladora.
La demanda por parte de empresas de mano de obra calificada da pie a un circulo virtuoso de desarrollo, pues esos empleos se encuentran bien pagados y abren la oportunidad de mejora con base en habilidades y capacidades.
La construcción de plataformas generadoras de mano de obra calificada a partir de ingenierías, técnicos profesionales o especialistas en procesos productivos se convierten en un detonador de ecosistemas de desarrollo o tecnópolos de crecimiento.
Un ejemplo de una zona del país particularmente fértil en este sentido es el estado de Sonora, en donde se encuentra un clúster automotriz desde hace varias décadas y una naciente pero robusta industria de proveeduría aeronaútica, con plataformas de desarrollo electrónico y metal mecánico.
Además, se trata de una entidad que cuenta con una buena parrilla de profesionales y técnicos especialistas, con los conocimientos requeridos para dar pie al desdoble de una generación capaz de atender las necesidades en términos de proveeduría para las industrias.
No olvidemos que una empresa como Ford ya cuenta con líneas de producción robotizadas y sistematizadas que son operadas en última instancia por personal altamente capacitado bajo los más altos niveles de seguridad y en cumplimiento a una estricta normativa de sustentabilidad.
Bien se podría aprovechar esta capacidad instalada en Sonora a través de una gestión conjunta del gobierno federal y del gobierno estatal en vistas a la obtención de una sinergia de desarrollo con la capacidad de impulsar la mejor política de combate a la pobreza: la generación de empleos bien remunerados para jóvenes y mujeres.
Por Moisés Gómez Reyna
@gomezreyna