El artista y director del Museo Salvador Victoria está empeñado en demostrar que a los paisajes mineros, las canteras, hay que mirarlos con otros ojos, con una mirada más artística y no ""como espacios degradados"". Así lo demuestra en el libro ""Arte y ecología"".
�Cómo cuestionar la belleza de la nítida geometría de las canteras de marés de Ciutadella en Menorca? �Y el sobrecogedor descenso en espiral de la Corta Atalaya de Río Tinto? ""Erraríamos al hablar de estos lugares como espacio degradado"", explica Diego Arribas, a Efe.
""Oteiza y Chirino, por ejemplo, firmarían encantados estos espacios marinos como dos contundentes esculturas"", dice uno de los autores de ""Arte y Ecología"", publicado por la UNED.
""Hay que ser muy cautos a la hora de calificar de degradados algunos de los espacios de la actividad minera"", porque muchos son ""escenarios cargados de valores estéticos, paisajísticos y antropológicos que merece la pena conservar"".
Frente a quienes piensan que será la ciencia y no el arte el que salvará el planeta, un grupo de 17 especialistas en distintas disciplinas propone en ""Arte y Ecología"" impulsar un cambio de mentalidad a través de la educación ambiental, la empatía emocional y la reflexión artística que altere la jerarquía de valores actuales para que la especie humana reoriente su relación con el entorno.
Historiadores del arte, arquitectos, filólogos y filósofos, coordinados por los profesores Tonia Raquejo y José María Parreño, coinciden en este libro en la urgencia de ""desplegar iniciativas que pongan freno a las políticas medioambientales nefastas y a una sobreexplotación insostenible de los recursos naturales"", precisa Arribas.
Diego Arribas afirma en su texto, titulado ""Minas, canteras y graveras. Una lectura estética"", que ""existe una atracción atávica en el hombre hacia el vacío, hacia el descenso al interior de la tierra, que genera una inevitable fascinación por estos espacios"".
""Destruirlos, rellenándolos de nuevo, sería una nueva forma de degradación con una importante inversión de tiempo y energía. El arte puede ayudarnos a descubrir los valores estéticos"", añade.
Autor de un proyecto artístico para el sobrecogedor espacio de las minas de hierro a cielo abierto de Ojos Negros, (Teruel), cerradas en 1987, que comenzó en 2000 y con el que logró que fuesen declaradas Parque Cultural en 2011, Diego Arribas (Madrid 1958) propone, frente a la restauración de los espacios afectados que establece hoy la ley, dar respuesta desde el arte y la cultura.
""Repoblar, escondiendo la devastación bajo un velo de naturaleza impostada, no logra mas que maquillar la realidad, ocultar la herida, en lugar de mirarla de frente"", afirma.
Una vez que el hombre ha comenzado a actuar en un territorio, ya no hay la opción de ""dejarlo como estaba porque nunca volverá a estar como estuvo"", sostiene.
""La cantidad de energía invertida en la transformación de una cantera o una mina a cielo abierto no puede derrocharse abandonándola o intentado recuperar su aspecto original. Hay que ser capaces de sacar partido de las transformaciones, evitando la pérdida de valor de identidad del paisaje, para salvarlo de la banalización"", añade.
""La mirada del artista actúa como un revelador de valores estéticos en estos lugares"", ha asegurado a Efe Diego Arribas, que considera que ""canteras y minas a cielo abierto, lejos de resultar una degradación para el paisaje, suponen un enriquecimiento estético"".
Un ejemplo es Ferrópolis, la ciudad del hierro, situada en una de las grandes zonas mineras de la antigua Alemania del Este, una antigua explotación a cielo abierto de lignito convertida después de su cierre en 1992 por un grupo de arquitectos y artistas plásticos de la Bauhaus en un espacio destinado a grandes acontecimientos y espectáculos escénicos y culturales.
Las enormes maquinas utilizadas en la mina, auténticas fortalezas metálicas, son hoy, como esculturas, uno de los elementos más atractivos de la nueva ciudad.
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Fuente: www.eldiario.es
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