Cobre, cobalto, níquel y litio pueden cambiar la geopolítica mundial. A medida que el mundo pasa de un sistema energético basado en combustibles fósiles a uno impulsado por electricidad y energías renovables, crece otra demanda global.
La minería para ciertos metales está muy concentrada en unos pocos países. Para el cobalto, la República Democrática del Congo (RDC) representa 70% del total mundial. En níquel, los tres grandes productores –Indonesia, Filipinas y Rusia – poseen dos tercios del mercado. Para el litio, los tres grandes productores, Australia, Chile y China, representan más de 90%.
La demanda de esos metales va a crecer en los próximos años, estima un informe del Financial Times firmado por Leslie Hood, Harry Dempsey y Clara Nugent.
Según los planes actuales, dicen los autores, ninguno de esos tres commodities tendrá suficientes minas operativas para 2030 para montar la infraestructura necesaria para contener el calentamiento global en 1,5º C por arriba de los niveles preindustriales., según datos de la International Energy Agency.
Para finales de esta década, el naciente mercado del litio necesita triplicarse en tamaño y a la oferta de cobre le faltarán 2,4 millones de toneladas.
La creciente demanda de estos materiales ya está empezando a sacudir la economía y la geopolítica del mundo energético. Las cadenas de suministro para algunos de estos materiales se enredan en las crecientes tensiones entre Occidente y China, que domina la capacidad de procesamiento del litio, cobalto y tierras raras y está considerando la posibilidad de restringir la exportación de algunos materiales. En Washington, Bruselas y Tokio, los respectivos gobiernos ya están pensando en dónde podrán conseguir esos minerales clave sin atravesar la órbita de Beijing.
Un nuevo informe de la International Renewable Energy Agency calcula que los productores de metales podrán ejercer influencia en el corto plazo mientras la producción se concentra y la demanda crece. Pero que es poco probable que tengan el poder geopolítico que tuvieron los productores de petróleo y gas.
Los metales necesarios para fabricar baterías, como el litio, están bien distribuidos por todo el planeta, al menos en términos de reserva ecológica, si no en producción minera real. Hoy los altos precios del litio convierten en eficiente el desarrollo de depósitos que antes eran demasiado costosos para explotar y fomentan la expansión de la minería de litio en lugares como China y Australia.
Un ejemplo de cómo puede cambiar la producción de minerales lo da la minería del litio en Sudamérica. Chile es hoy el productor dominante en la región, pero Argentina que tiene políticas mineras más amigables, podría llegar a superarlo.
Las 23 provincias argentinas controlan sus propios recursos minerales y han apoyado con entusiasmo los negocios mineros, Con unos US$ 9.600 millones en inversiones anunciadas en los últimos tres años, la producción de litio podría crecer seis veces n los próximos cinco años.
“La inversión en litio nunca se detuvo y creo que tiene que ver con que estamos abiertos a la inversión privada y a la incertidumbre sobre las políticas que se aplican en otros países”, dijo al Financial Times Fernanda Ávila, ministra de minería de Argentina.
Mientras algunos políticos del “triángulo del litio” – Chile, Argentina y Bolivia – han hecho circular la idea de un cártel del litio similar a la OPEP, Ávila no muestra entusiasmo con la idea. “No es un tema en nuestra agenda”.
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