Los tres grandes retos tecnológicos del litio en México
Si bien la explotación de litio abre un puente para el crecimiento económico, la gran encrucijada de la transición energética mora en el reemplazo de fuentes fósiles por renovables.
Por el bien del país (tecnológica y económicamente hablando), es de vital importancia continuar con las reflexiones acerca de la industria del litio en México que, si bien se encuentra aún en su fase inicial, se trata de un mineral estratégico y que no podemos perder de vista, como la gran oportunidad de sentarnos a la mesa con las grandes potencias.
Es evidente que existe un considerable número de retos tecnológicos para su desarrollo y para la producción de baterías de iones de litio; hoy planteo los tres más importantes que, desde mi punto de vista, se deben afrontar y solventar para convertirnos en punta de lanza, y desarrollar la tecnología fundamental para impulsar el mercado de la movilidad eléctrica en el país.
Antes de sumergirnos en esta tríada de desafíos, se debe considerar la incorporación de tecnología para ser económicamente viable y lograr eficiencia, maximizando la sostenibilidad del recurso y reduciendo su impacto ambiental. Con base en esto, comencemos con los tres retos tecnológicos del litio en México:
Tecnología limpia para extraer litio de arcilla
La principal manifestación del litio en México es de arcilla, a diferencia de los yacimientos tradicionales de roca o salares. El litio de arcilla es sumamente complicado y el principal reto tecnológico que enfrenta México para convertirse en potencia productora. ¡No contamos con tecnología propia ni eficiente para explotar el litio de arcilla! Preocupante. Se necesitarían enormes cantidades de energía y agua, lo que hace de esta una opción poco (nada) rentable y menos ecológica, especialmente al norte del país, una región árida con condiciones de sequedad extrema.
Sin patente mexicana, pero con enorme potencial en la carrera energética, científicos de compañías extranjeras como Tesla y Advance Lithium nos llevan la delantera en el desarrollo de patentes y procesos selectivos a partir de minerales de arcilla para la extracción de litio. Aseguran ser rentables y respetuosos con el medio ambiente, lo que considero una dicotomía que pone en tensión su potencial y la huella ecológica de la minería en nuestro país.
Si bien la explotación de litio abre un puente para el crecimiento económico, la gran encrucijada de la transición energética mora en el reemplazo de fuentes fósiles por renovables, y que los recursos energéticos no provengan de fuentes altamente contaminantes y agotables. Vaya lío.
Reciclaje de litio a gran escala
En busca de tecnología hacia un modelo ambiental sostenible ¿Qué pasa cuando las baterías de litio dejan de funcionar? ¿Qué hacer cuando las baterías de litio se convierten en deshecho que tardará más de 500 años en descomponerse? (¡500 años!) ¿Qué partes de la batería podrían ser reciclables?
Mientras compañías internacionales buscan extraer litio de suelo mexicano, millones de toneladas de baterías de computadoras personales, celulares y autos eléctricos, esperan (sin éxito) ser recicladas. Y ¡ojo! Para que un vehículo eléctrico no termine emitiendo más CO2 o siendo una peor amenaza para el planeta que uno de combustión interna, veo como segundo reto tecnológico encontrar valor en las baterías de litio previamente utilizadas, es decir, explorar la “minería urbana”. Oportunidad y futuro: lograr una cadena de reciclaje, que sea rentable y supere la cantidad de baterías desechadas anualmente en nuestro país, sería una innovación sin precedentes.
Ya somos potencia mundial en reciclaje de plásticos (cuarto país que más PET recicla), ¿por qué no serlo en baterías de litio?
Generación de una industria de alto valor
En los últimos años, el litio ha significado una de las mayores oportunidades económicas y comerciales para México. Somos el noveno país del mundo con mayores reservas de litio, pero (sí, el nefasto pero), sin procesos de extracción rentables ni sostenibles; la brecha industrial de la manufactura de vehículos eléctricos y la extracción del mineral se vuelve una paradoja.
Tienen que ir de la mano: extracción de materia prima, desarrollo de la industria y avances tecnológicos. Sin tecnología propia, no habrá beneficios económicos a gran escala. Y creo que este es un excelente momento para salir de la comodidad que brinda el sector primario, como históricamente ha ocurrido en el proceso de la industrialización de minerales en México.
Dado lo anterior, nuestro país no puede conformarse con ser sólo exportador de litio, como otros países en América Latina, sino aspirar a convertirse en productor global de tecnología en el desarrollo de baterías de litio y producción de autos eléctricos.
El incremento en la demanda y la prisa por el mineral de moda muchas veces dificulta considerar los desafíos tecnológicos y ambientales. Pese a esto, opino que México debe insistir en una estrategia basada en la generación de energías limpias y producción tecnológica que enfrenten la demanda global del litio. Porque capacidad la hay y de sobra.
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Nota del editor: Karen Gabriela Liñán Segura es investigadora en economía y políticas públicas, experta en temas energéticos. Licenciada en negocios por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey campus Puebla, Maestra en Medio Ambiente y Desarrollo por la Universidad de Sussex, y Doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Corvinus de Budapest. Fue asistente de Asuntos Económicos en la Embajada de México en Londres, Investigadora del Departamento de Economía en el Institute of World Economy y Miembro de la Mesa Directiva Latin American Leaders Awards que otorga The Global School. Síguela en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
Fuente: expansion.mx