Luce Sinfónica de Minería en su concierto en la Sala Nezahualcóyotl

Obras de Benjamin Britten, Jean Sibelius y Tigran Mansurian se escucharon en el octavo concierto de la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), realizado hoy en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario (CCU).
Bajo la dirección de Carlos Miguel Prieto, la agrupación, considerada una de las más importantes del mundo, ofreció el penúltimo concierto de su Temporada de Verano 2015, integrado por tres obras de compositores contemporáneos, mismas que dejaron un buen sabor de boca entre los presentes.
Se trata de ��Sinfonía No. 2 en re mayor, Op. 43�� del compositor finlandés Jean Sibelius (1865-1957); ��Sinfonía de Réquiem, Op. 20��, del británico Benjamin Britten (1913-1976) y ��Tres arias�� (Cantadas por la ventana, mirando al Monte Ararat), del armenio Tigran Mansurian (1939).
Como parte de su Temporada de Verano 2015, los sinfónicos deleitaron los odios de chicos y grandes con sonoridades deslumbrantes, encantadoras, llenas de paz y nostalgia y que al final les valieron los aplausos de los asistentes.
A solo un concierto del fin de dicha temporada, el programa arrancó con ��Sinfonía No. 2 en re mayor, Op. 43�� de Sibelius, una obra integrada por cuatro movimientos musicales y que según las notas al programa, la crítica de su tiempo afirmó que la obra encaja plenamente dentro de la visión patriótica del compositor.
El recital continúo con una obra que goza de gran sonoridad ��Sinfonía de Réquiem, Op. 20�� de Benjamín Britten, pieza que fue escrita por compositor a la memoria de sus padres, muy intensa y conmovedora.
La obra según el programa, fue un encargo que recibió Britten para celebrar los dos mil 600 años de la fundación de la dinastía real del Japón. Pacifista de corazón, el compositor se vio en el dilema de rechazar el encargo en vista de la actitud militarista del Japón, o producir una obra en la que pudiera manifestar con claridad su propia posición.
Al elegir como tema el Réquiem, la Misa de Muertos, Britten pensó quizá que los oyentes de su obra comprenderían de inmediato su mensaje. Sin embargo, hacia fines de 1940, el gobierno japonés rechazó tajantemente la pieza del compositor británico; al parecer, a la añeja dinastía nipona no le hizo mucha gracia el imaginarse una celebración tan importante acompañada por una música inspirada en la liturgia cristiana.
El rechazo japonés no le impidió a Britten, terminar la obra y darla a conocer en los Estados Unidos, donde causó un notable impacto por la intensidad de su expresión y por la profundidad de sus ideas musicales.
En las tres partes de que consta la ��Sinfonía de Réquiem��, Britten alude a tres secciones significativas de la liturgia por los muertos.
En la primera, ��Lacrymosa��, el texto se refiere al día del temor y el luto en el que los pecadores se levantarán del polvo para enfrentarse al juicio eterno.
En la segunda, ��Dies irae��, la referencia es al terrible día de la ira, el día en que ese juicio se llevará a cabo, cuando el mundo sea disuelto en cenizas. Mientras que la parte final de la obra, ��Réquiem aeternam��, es la plegaria en la que se pide el descanso eterno de los muertos y que la luz perpetua brille sobre ellos.
El concierto concluyó con ��Tres arias�� (Cantadas por la ventana, mirando al Monte Ararat) de Mansurian.
La temporada de Verano de la OSM concluirá el próximo fin de semana con un ��Concierto de gala��, en el que bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto los músicos tocarán obras de Edward Elgar (1857-1934), Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893) y George Gershwin (1898-1937).

Fuente: www.notimex.com.mx/