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México, un mejor país

Alejandro Mantecón* Hoy es un lunes cualquiera. En mi ruta al trabajo me detengo en un semáforo que se ha puesto en rojo. Es un cruce de dos avenidas muy

Última Publicación Peñoles reconoce la dedicación y lealtad de sus trabajadores en Torreón y Bermejillo por Editorial public

Alejandro Mantecón*
Hoy es un lunes cualquiera. En mi ruta al trabajo me detengo en un semáforo que se ha puesto en rojo. Es un cruce de dos avenidas muy transitado. Un auto que venía atrás de mí se ha pasado el alto. Algún par de minutos después de él una moto hace lo mismo. Es común encontrar que no respetamos las leyes: autos sin placas o con exceso de velocidad, conductores que no respetan las señales de alto o se estacionan en una segunda o hasta tercera fila o en lugares para discapacitados o prohibidos.
Esto es sólo una pequeña muestra, la lista sería literalmente inagotable. James Q. Wilson y George L. Kelling escribieron en la edición de marzo 1982 en The Atlantic Monthly el artículo ��Ventanas Rotas��, que serviría de base para análisis conductuales. Básicamente, el escrito hacía mención a la respuesta que provocaba la rotura de un primer vidrio en un edificio para ser rápidamente vandalizado.
Una especie de ��entropía social��, es decir una acelerada degradación del orden, se genera, provocando cada vez mayor caos. Si esta teoría es cierta, nuestra falta de civismo, nuestro desprecio por el orden, nuestro desapego a las leyes y a la autoridad reducen nuestras oportunidades de crecimiento como país e incluso de tener una convivencia armónica entre nosotros mismos.
Si entendemos la calidad como las propiedades inherentes de un producto o servicio o si entendemos cultura como el conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta entonces podemos aspirar a una mejor estadio para México a través de la disciplina, del respeto a nuestras leyes y normas y del cumplimiento de nuestras obligaciones cívicas y sociales.
Parece mentira pero no seguir con armonía el orden de la fila de autos -que espera la revisión en un retén militar- en una carretera o irrumpir el orden de salida de los pasajeros en un avión cuando ha terminado su vuelo permitiendo que con la secuencia normal sea evacuado son dos ejemplos simples, y quizá insignificantes, de pequeñas discrepancias pero que como la basura, en los estudios realizados por George L. Kelling y Catherine Coles en su libro Arreglando Ventanas Rotas, se acumulan y se convierten a la postre en un gran basurero.
Lo más triste de todo esto sería convertirnos en espectadores ciegos. En seres humanos que hemos dejado de indignarnos por la falta de cumplimiento de nuestras leyes o peor aún en cómplices. El amor a nuestra patria, y nuestra propia sed de excelencia, esa exquisita oportunidad de tener un propósito individual único que nos nutre, pueden ser los motores para que inspiremos con la poderosa fuerza de nuestro ejemplo a preservar los valores universales éticos y cívicos.
Si creemos que los pensamientos generan acciones, y éstas hábitos y los hábitos carácter se nos presenta una oportunidad fascinante, la posibilidad de crear un mejor país a través de cumplir lo que debemos cumplir, y hacer cumplir lo que debe hacerse. Desaprobar que los gobernantes en turno no rompan ventanas es importante, pero no es suficiente. Formar un carácter, una cultura de excelencia, no debe -ni puede- ser tarea de políticos sino de nosotros, las personas.
Y en nuestra familia, con nuestras amistades, en nuestra colonia o barrio, en nuestro trabajo, en nuestras mesas, en nuestro día, en cada espacio y momento dispersar y difundir la oportunidad de convertirnos en la potencial realidad que nuestras metas desean: ser el gran México que merecemos.

Leonel Roberto Perea Trejo

Publicado hace 10 años

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