Mujeres en minería, a propósito del 8M
Por: Doris Vega
Vicepresidenta, Mujeres WIM de México
Cuando se habla de mujeres en minería, es inevitable pensar en todos los mitos que alrededor de esta conjunción se crearon décadas atrás como una forma de mantener un espacio exclusivo para los hombres, por muchas razones desde las lógicas como la seguridad, las ubicaciones, etc. como por otras irracionales y sexistas.
Dicha condición sabemos no es exclusiva de ésta industria, hubo y aún persisten campos laborales donde como mujeres seguimos encontrando muchos obstáculos y resistencias, el camino aún es largo por recorrer, pero también la luz al final del túnel cada vez se ve más cerca.
Lo cierto es que bastó con que Minera Penmont abriera sus puertas a mujeres para operar equipos en la mina La Herradura, para que la industria comenzara a darse cuenta de los beneficios de su inclusión, rendimiento y capacidad, pero sobre todo de las mejoras que trajeron a la minería.
Según cuenta Don Jaime Lomelín, la mina La Herradura en el ejido El Bajío de Caborca en Sonora, fue la primera operación minera en México que tuvo que contratar mujeres, pues ante la carencia de oportunidades laborales, los hombres de esta comunidad tenían que salir a buscar el sustento de su familia, quedándose ellas solas con sus hijos. Entonces la mina se vio en la necesidad que echar mano de la única fuerza laboral disponible, la femenina. Así que comenzaron el proceso de reclutamiento y capacitación sin imaginarse los resultados.
Una vez que el trabajo de las mujeres mineras comenzó a generar resultados positivos, sobresaliendo la responsabilidad, puntualidad y asistencia. La industria minera cayó en cuenta que por siglos había ignorado el talento de muchas profesionistas y mujeres de las comunidades y que sin lugar a duda, habían traído grandes mejoras a la minería. Así fue que hace aproximadamente 7 años, todas o casi todas las compañías mineras alrededor del mundo han puesto su esfuerzo para atraer, incorporar y retener a las mujeres
Sin embargo, considero que la mayoría de las empresas aún no alcanza a comprender del todo la verdadera razón del porqué es necesario generar ambientes más equitativos y diversos. Pues la D&I (Diversidad e Inclusión) en su dimisión de género es más que retórica para sumar a los llamados valores intangibles, en este caso la reputación, pues ello implica mucho más que contratar el mismo número de hombres que de mujeres para realizar las mismas tareas.
La verdadera riqueza de incorporar más mujeres a la minería radica en la posibilidad de sumarle/ incluirle a la industria todas las características de esta parte de la población que había ignorado por siglos.
Entonces: ¿Cómo podemos atraer más mujeres a la industria minera?, ¿Qué debemos hacer para retener a las mujeres talentosas en minería?... son dos de las preguntas que me realizan constantemente, pero antes de responder déjame confesarte algo. Por mucho tiempo mi me sentí obligada a dar respuestas creativas basadas en mi área de expertis: la comunicación, y entonces propuse un sinfín de campañas y estrategias de comunicación para difundir las bondades de esta increíble industria logrando así la atención de otras mujeres, con mi testimonio transmitía mi pasión y lo profesionalmente gratificante que resulta el privilegio de ser minera. Sin embargo, en los últimos años me he dado cuenta que desde el propio origen las preguntas han sido mal planteadas y como consecuencia las acciones mal encaminadas. Es decir, se trata de un asunto de justicia.
Seguro te preguntarás ¿Qué tiene que ver la justicia con todo esto?... voy por pasos. El cuestionamiento detonante debiera ser ¿Qué está haciendo la minería para ser una industria atractiva para las mujeres? ¿Cuáles son las posibilidades y facilidades que ofrece este sector para retener a su talento femenino? La verdadera igualdad de género se logra cuando las diferencias son respetadas.
Entonces suena incongruente pretender atraer mujeres a lugares que fueron concebidos creados y diseñados por y para hombres, en todos los ámbitos: cultural, organizacional, condiciones laborales, etc. En ese escenario, ¿no sería menester de la industria minera, analizar y replantearse qué debería cambiar, innovar, adecuar para que ellas no tengan que ser forzadas por estereotipos, construcciones sociales y culturales a tener que elegir entre cuidar a los hijos o hijas y su carrera profesional?.
A esa elección se suma otras barreras que lamentablemente aún persisten, como la brecha salarial, la desigualdad de oportunidades para acceder a puestos directivos y qué decir de la aún escasa presencia de mujeres en los Consejos Directivos de las empresas. Lo anterior relacionado al campo de las competencias, pues en el día a día hay que lidiar con otro tipo de obstáculos tan básicos como la falta de baños y/o vestidores para ellas, uniformes con tallas y diseños para mujeres, sin dejar de mencionar las condiciones en los campamentos.
Durante mi trayectoria en esta industria he visto a muchas mujeres talentosas y con grandes capacidades, llorando por tener que renunciar a sus puestos para ir a cuidar a sus bebés recién nacidos y a muchas otras más lidiando todos los días con la culpa de ser malas madres -ya que así lo dicta la sociedad- por tener que ir a trabajar a una operación minera para llevarles el sustento y ofrecer a sus hijos una mejor calidad de vida.
Otras más, con bebés recién nacidos a quienes amamantan, tienen que esconderse en los baños porque no existen espacios donde puedan hacer las labores que la lactancia materna implica.
Díganme entonces, ¿es o no un asunto de justicia?, pues ello implica el trato igualitario con acciones afirmativas para aquellas que están en desventaja y que con su pasión, gran compromiso y entrega han hecho de la industria minera un mejor lugar para trabajar, sin olvidar el impulso que dan en los resultados del negocio.
Así pues, la mejor forma de conmemorar este 8 de marzo, es empoderando a las mujeres a través de acciones afirmativas que a su vez harán de la industria minera un lugar donde todas quieran hacer carrera.
Sin embargo, desde mi experiencia y perspectiva puedo decir, con toda la convicción, que se está avanzando de forma consistente, ya que nosotras mismas estamos trazando nuevos caminos, formas de relacionamiento y sobre todos nos estamos preparando para tomar las oportunidades.