Plata y manos mexicanas forjan el trofeo del Gran Premio de México
En una fábrica en las entrañas del norte de la CDMX se labra un secreto en plata: el trofeo del Gran Premio de México F1.
En el taller no hay nada más iluminado ni más brillante que los destellos plateados de la copa que se encuentra en el centro. Es como un triángulo invertido que ondea, como aire que se desliza por un auto, plumas que se mueven en el viento o una llamarada intensa movida por una ráfaga.
Se trata de los ornamentos del trofeo del Gran Premio de México de la Fórmula Uno que se labran con plata y con las manos de hasta 15 maestros artesanos mexicanos en la fábrica de Tane, la compañía orfebre con 76 años de historia en nuestro país, al norte de la CDMX.
El resplandor de la copa se debe a la plata ley 925. Estos tres números con los que se identifican algunas piezas de plata indican que el material está compuesto de 925 partes o milésimas de plata por 75 de cobre. El 100% de la plata utilizada en este proceso se obtiene de minas mexicanas como Peñoles, Fresnillo y otras ubicadas en Zacatecas y Torreón.
En la base de la estructura contrasta una sola pieza de aventurina labrada, una piedra azul-verdosa que se identifica como una modalidad del cuarzo. Este detalle distingue a la edición de este año, pues en 2017 se utilizó piedra obsidiana como base. “Hablamos de un trofeo triunfal, vertical y que apunta hacia el cielo. Es duro, fuerte, pesado. Es un objeto muy potente” describe Ricardo Domingo, director creativo de esta empresa.
De la granalla de plata al cáliz triunfal
Tane lleva cuatro años colaborando con el diseño y la fabricación de este trofeo según Rodrigo Sánchez, Director de Mercadotecnia y Relaciones Públicas de F1 en México. El trofeo, cuya producción requiere dos meses de planeación y cuatro de realización, emplea diversas técnicas orfebres: la piedra es lapidada y cortada en una sola pieza. Una placa de plata que señala el logro obtenido por su poseedor es grabada a mano o con tecnología láser y acompaña a otra con el logotipo de Heineken, uno de los patrocinadores más importantes de este deporte.
Con cientos de martillos colgados de una de las paredes de la bodega se cincelan las piezas de plata para obtener la forma de plumas que, posteriormente, se fijan a la copa con un proceso de soldadura. Después, sobre la copa, se esmalta una bandera mexicana al reverso, se graban los quintos que indican el tipo de plata, su nacionalidad y marca, y finalmente se pule.
La compañía elaboró cuatro copas: dos sobresalen por su gran tamaño (alrededor de 60 centímetros de altura), peso estimado de cinco kilogramos y un vermeil o baño de oro de 24 quilates en el rechazado (la parte cóncava del cáliz); se entregan al primer lugar y a la escudería ganadora. “Al final se trata de una copa, una en la que se bebe, en la que celebra el ganador”, explica Domingo.
Las otras dos son para el segundo y tercer lugar, tienen 40 centímetros de altura y cuatro kg. aproximados de plata; sin vermeil de oro.
Tane: una historia de lujo labrada en plata mexicana
En 1942, inmigrantes franceses llegaron a la calle Amberes 70 en la Zona Rosa a practicar la talabartería, su oficio original, de donde migraron a la herrería y finalmente a la orfebrería. Actualmente la joyería y decoración acaparan la mayoría de sus actividades.
Como anécdota, el diseñador Pedro Leites asegura que la actriz mexicana María Félix fue cliente frecuente de esta marca, la cual fabricó para ella tres pulseras grabadas con los nombres con la que la recordaron sus ex-esposos: María Bonita (Agustín Lara), Doña Boñita (Jorge Negrete) y Puma Pumita (Alex Berger). Leites asegura, además, que en 1968, por 15 días aprendió directamente en los talleres de una de las casas de joyería norteamericana más importantes de Estados Unidos: Tiffany & Co.
Tane es recordada por su colaboración con el arquitecto mexicano Luis Barragán, quién construyó las Torres de Satélite de la mano del escultor mexicano de origen alemán Mathias Goertiz. Además, desde 1974 incursionó en la reproducción de arte-objeto inspirado en artistas como Leonora Carrington, Francisco Toledo o Juan Soriano.
Fuente: Forbes