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Querer es poder, pero �también es querer? Mujeres en la minería

Ciertamente, México ha sido uno de los primeros países que ha ��aceptado�� abrir la mina y cerrar el mito que era casi una maldición contra las mujeres. Pero no ha

Última Publicación Financiamiento Responsable: La Clave para el Futuro de la Minería en Colombia por Editorial public

Ciertamente, México ha sido uno de los primeros países que ha ��aceptado�� abrir la mina y cerrar el mito que era casi una maldición contra las mujeres. Pero no ha sido precisamente por una madurez social o por una mera cuestión de igualdad laboral. Antes bien, el fenómeno de las ��mujeres mineras�� tanto en México como en Latinoamérica y en otras partes del mundo, está más bien relacionado con otros problemas sociales.
El estado de Zacatecas, cuyo primer apelativo en tiempos precolombinos era justamente ��Real de Minas�� (debido a las riquezas que de aquí emanaban a la corona española), fue la entidad pionera que apenas a principios de este siglo se atrevió a contratar a las primeras mujeres para trabajar en la mina de Francisco I. Madero, el principal yacimiento de zinc del continente latinoamericano, situado muy cerca de la capital principal, y propiedad de Peñoles, una de las más importantes compañías del ramo a nivel nacional.
En Francisco I, Madero se integraron en este paso sin precedentes 36 mujeres trabajando de igual a igual entre 210 hombres. Ellas también bajaron a las profundidades y realizaron labores de operación y de control; algo impensable apenas unos años antes, cuando nadie, ni siquiera ellas mismas, dudaban en asegurar que ��la mina se ponía celosa con su presencia�� y decidía caerse o esconder sus tesoros para evitar ser ��profanadas�� por las manos de las mujeres.
�Por qué de pronto hacer caso omiso a un miedo arraigado durante siglos? Por conveniencia mutua, así sin más. Vencer a una cultura machista y defender su derecho a la igualdad de oportunidades laborales por parte de ellas, o iniciar una inclusión de género por parte de la industria, no fueron, al menos en un principio, los motores principales de este peculiar fenómeno. La realidad es mucho más sencilla y también mucho más cruda�� y la migración y el hambre son la triste respuesta. Todo comenzó porque ��en las minas de Zacatecas hacían falta hombres��.
De acuerdo con el documento denominado ��La nueva era de las migraciones��, publicado por el Consejo Nacional de Población (Conapo 2006-2007), México ocupa la tercera posición a nivel mundial entre los países exportadores de mano de obra, sólo superado por China y por la República Democrática del Congo. Los estados de Zacatecas, Michoacán, Durango, Jalisco y Guanajuato son los principales lugares donde los hombres se van tras el sueño americano, muchas veces, para no volver.
��Yo no sé si México es el único lugar donde existen mujeres mineras, pero cuando aquí viene gente del extranjero, se sorprenden mucho de ver esto (��) aquí en Peñasquito hay muchas operadoras que desde niñas han estado muy en contacto con esta actividad, porque sus padres o hermanos se dedicaban a la mina, pero en muchos casos, esos hombres se fueron a Estados Unidos y alguien tenía que trabajar y mantener a la familia (��) y es verdad que nosotras no somos tan fuertes como ellos, pero creo que somos más resistentes a las condiciones adversas como al frío, o a pasar muchas horas trabajando (��) de todas formas el trabajo es duro y aquí hay muchas madres que deben dejar a sus hijos para venir a cubrir sus turnos��, dice Cony Solís, quien por tener un puesto administrativo, no está sujeta a los mismos horarios que las operadoras.
En las empresas mexicanas y en las trasnacionales, el trabajo se ha modernizado gracias al uso de la tecnología y los sistemas de protección industrial y personal de punta pero, aún así, la minería no ha dejado de ser una de las actividades más extenuantes y más demandantes para quienes ahí laboran.
Casi siempre situadas en el lugar del yacimiento minero, las empresas construyen ciudades dormitorio, donde los trabajadores deben quedarse por turnos de 14 días laborales por siete de descanso, cubriendo jornadas de hasta 15 horas. Ahí, las mujeres mineras conviven con sus compañeros en áreas de esparcimiento comunes, aunque luego deben dormir en pabellones separados.
Esas son las reglas, y los operativos de seguridad interna son estrictos. Dentro de esa ��ciudad minera�� suelen existir también los servicios básicos y medidas precautorias ante casos de incidentes: una clínica, personal médico, ambulancias y carros de bomberos. Este ��modelo�� iniciado por las empresas extranjeras y retomado por las compañías mexicanas, funciona no solamente en Zacatecas, sino en minas del norte y sur de México como en los estados de Chihuahua, Sonora y Guerrero, lugares donde, a pesar de los tabúes y los absurdos miedos ancestrales, las desigualdades sociales, la soledad femenina y la migración masculina, han catapultado el número de mujeres trabajando en la minería.
��Negar a las mujeres la oportunidad de trabajar en la actividad minera era producto de un excesivo celo masculino (��) aunque también es verdad que antes estas labores requerían de mucha fuerza, de mucha resistencia física, y hoy gracias a las máquinas y a la profesionalización, las cosas son diferentes. Ahora encontramos mujeres trabajando no sólo como operarias, sino como laboratoristas, geólogas, ingenieras, investigadoras y hasta en puestos ejecutivos. Para la industria esto significa tener un nuevo rostro, de más colaboración y solidaridad��, afirma el ingeniero Sergio Almazán.

Fuente: www.sinembargo.mx

Leonel Roberto Perea Trejo

Publicado hace 9 años

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