Nuevo enfoque para el Fondo Minero: hacia un impacto social real



En los últimos años, la explotación minera en México ha generado debates recurrentes sobre su impacto en las comunidades locales. El Fondo Minero —creado para que los municipios con actividad minera recibieran parte de los beneficios de la extracción— está en un punto de inflexión: de ser simplemente un mecanismo recaudador, hoy se plantea como una herramienta de desarrollo social.


El objetivo principal del Fondo Minero es “elevar la calidad de vida de los habitantes en las zonas de extracción minera”.  Sin embargo, su operación ha enfrentado retos de diseño, distribución y seguimiento que han limitado su verdadero alcance.


Retos que persisten



  • A pesar de una recaudación significativa, sólo una parte del total recaudado se entregó efectivamente a proyectos concluidos en comunidades mineras. Por ejemplo, entre 2014 y 2020, se recaudarían más de 21 000 millones de pesos, pero apenas menos de la mitad fueron asignados a proyectos de inversión física.
  • Las auditorías de la Auditoría Superior de la Federación identificaron irregularidades importantes: desde falta de registros de avance físico hasta pagos que no coincidían con obra realizada.
  • La arquitectura institucional del fondo cambió varias veces: pasó de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) a la Secretaría de Economía (SE) y finalmente a la Secretaría de Educación Pública (SEP), lo que generó confusión sobre su orientación original.


Una oportunidad para el sentido social

El reciente artículo “Fondo Minero con sentido social” plantea que, más allá de infraestructura y caminos, este instrumento debe orientarse hacia proyectos que generen empleo, fortalezcan el tejido comunitario y atiendan dos retos clave: desigualdad regional y sostenibilidad ambiental.

En este sentido, tres líneas de acción destacan:


  1. Distribución basada en necesidad, no sólo en producción: Las comunidades más afectadas por la extracción minera —ya sea por condiciones socioeconómicas o por impactos ambientales— deben recibir prioridad en la asignación de recursos.
  2. Mayor transparencia y seguimiento: Establecer indicadores claros de avance físico y social de los proyectos para asegurar que los recursos efectivamente alcancen los fines previstos.
  3. Enfoque integral de desarrollo: Proyectos que combinen infraestructura con capacitación, empleo local, ecología y fortalecimiento comunitario, para que no sea sólo construir sino también sostener.

Hacia adelante

Para que el Fondo Minero cobre sentido social real, hace falta que la autoridad, los estados, municipios y comunidades colaboren con una visión compartida: que la minería no sólo extraiga valor, sino que también deje valor. Los retos están claros, pero también lo está la oportunidad: transformar ese mecanismo en un vehículo de justicia económica, cohesión territorial y desarrollo sostenible.

La minería puede y debe servir como motor de desarrollo para las zonas donde opera, y el Fondo Minero —bien orientado— podría ser una pieza clave en ese objetivo.

Fuente: “Fondo Minero con sentido social”, El Sol de México, 27 de octubre de 2025.