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China afianza su supremacía en el mercado de tierras raras y marca el pulso de la competencia global

La última actualización del United States Geological Survey (USGS) volvió a poner sobre la mesa un dato que desde hace años inquieta a gobiernos e industrias: China domina, con una

hace una hora

Última Publicación China afianza su supremacía en el mercado de tierras raras y marca el pulso de la competencia global por Editorial public



La última actualización del United States Geological Survey (USGS) volvió a poner sobre la mesa un dato que desde hace años inquieta a gobiernos e industrias: China domina, con una claridad difícil de cuestionar, la cadena completa de las tierras raras. Este grupo de minerales, fundamentales para la transición energética y el desarrollo tecnológico, se ha convertido en uno de los activos estratégicos más disputados del siglo XXI.

Según el organismo estadounidense, China concentra alrededor de 44 millones de toneladas de reservas. La cifra equivale, prácticamente, a la mitad de lo que se conoce en el planeta. Detrás aparecen Brasil, India y Australia, aunque a una distancia considerable. Sin embargo, las reservas cuentan solo una parte de la historia.


La fortaleza no está en la mina, sino en la industria

Durante más de tres décadas, China apostó por un modelo que integrara explotación, procesamiento y manufactura. El resultado es evidente: controla cerca del 70 por ciento de la producción mundial y, lo que realmente inclina la balanza, alrededor del 90 por ciento del refinado. Este último paso es el que convierte a las tierras raras en insumos útiles para fabricar imanes, baterías, semiconductores, turbinas o sistemas de defensa.

La mayoría de los países que figuran en la lista de grandes poseedores de reservas no cuenta con la infraestructura necesaria para procesarlas. Por ello, aun cuando extraen parte de estos minerales, terminan enviándolos a China para completar el ciclo productivo. La paradoja es clara: tener el recurso no equivale a tener el control.

Un riesgo para la tecnología y la seguridad internacional

Buena parte de los dispositivos que sostienen la economía moderna —y la industria militar— dependen de estos elementos. Desde autos eléctricos y aerogeneradores hasta radares o equipos médicos: todos requieren tierras raras. Por esta razón, analistas consideran que la concentración en un solo país no solo es un asunto comercial, sino una vulnerabilidad estratégica para quienes dependen de estas cadenas de suministro.


Estados Unidos, la Unión Europea y varios países asiáticos han intentado impulsar proyectos que reduzcan la dependencia. Algunas iniciativas avanzan, pero la brecha tecnológica y de infraestructura dificulta desplazar al gigante asiático en el corto plazo.


¿Pueden los nuevos actores cambiar el panorama?


Brasil, con la segunda reserva más amplia del mundo, aparece como una de las apuestas con mayor potencial. India y Australia también se han convertido en nombres recurrentes en debates internacionales sobre diversificación. Sin embargo, los desafíos ambientales, los altos costos de operación y la falta de plantas de refinado ralentizan cualquier aspiración de competir de manera directa.

Incluso el reciclaje, visto como una alternativa para aliviar la presión sobre las minas, todavía se encuentra lejos de ofrecer un abastecimiento a gran escala.


Un escenario que define al mundo que viene

En un contexto marcado por la transición energética y la disputa por el liderazgo tecnológico, las tierras raras se han transformado en un recurso tan sensible como el petróleo en el siglo pasado. El dominio chino, producto de décadas de planificación industrial, se mantiene firme y difícil de erosionar.

Mientras otros países buscan acelerar inversiones y construir sus propias cadenas de valor, China continúa marcando el ritmo. Y, por ahora, el mundo tecnológico —y buena parte del geopolítico— seguirá girando alrededor de esa realidad.

Editorial

Publicado hace una hora

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