Violencia imparable
Por Moisés Gómez Reyna
En el problema de la violencia y la inseguridad en nuestro país, los hechos y las cifras parecen advertirnos que aún falta mucho camino por recorrer para ver luz al final del túnel.
Esta semana, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) dio a conocer los últimos datos de incidencia delictiva al mes de mayo y la realidad es que los números no son alentadores.
En mayo, se registraron en el país un total de 2 mil 833 víctimas de homicidio doloso, la cifra más alta en lo que va de 2022 y la mayor desde julio de 2021.
De esta forma, en los primeros 42 meses de la actual administración federal, en México se han contabilizado un acumulado de 118 mil 189 víctimas de homicidio doloso, y si sumamos también los feminicidios, hasta el 20 de junio irían ya cerca de 124 mil personas asesinadas en lo que va de este sexenio.
En contraste, en los primeros 42 meses de Enrique Peña Nieto las víctimas de homicidio doloso sumaban 73 mil 014 y con Felipe Calderón 51 mil 301.
Esto significaría que actualmente se cometen el triple de homicidios, en comparación al periodo cuando inició la llamada Guerra contra el Narco.
A estas cifras, ya de por si escalofriantes, hubiese que sumar 31 mil 984 personas desaparecidas y 36 periodistas asesinados en lo que va de la actual Gobierno, datos que también rebasan lo sucedido en sexenios anteriores.
Desde luego es imposible dejar de señalar hechos específicos como el reciente asesinato de dos jesuitas y un guía de turistas en la Sierra Tarahumara, o los videos de ejecuciones de comerciantes en mercados de abasto a plena luz del día.
Algo es más que evidente: la estrategia de “abrazos, no balazos”, simplemente no está funcionando y es un fracaso para frenar la violencia.
Crear una guardia nacional militarizada tampoco ha demostrado ser la respuesta, y menos si los elementos hacen presencia tardía en hechos de violencia o son incluso perseguidos públicamente por integrantes de delincuencia, sin poder responder ni siquiera en legítima defensa.
Entonces ¿cuál es la alternativa? ¿Cuál podría ser una estrategia que verdaderamente otorgue resultados y que devuelva el control de las diversas regiones a las autoridades?
Muchos expertos en temas de seguridad aseguran que el verdadero camino a recorrer, para lograr resultados efectivos de disminución de la violencia, pasaría por fortalecer a las policías locales y en especial a las policías municipales.
A que nos referimos con esto:
1. Depurar a los cuerpos policiacos mediante la aplicación de exámenes de control de confianza al 100% del personal, incluyendo a los mandos.
2. Equipar adecuadamente a los agentes con armas equiparables a las usadas por los delincuentes, dotarlos de equipo táctico, vehículos e incluso agregar nuevas tecnologías al estado de fuerza, como es el uso de drones para tareas de inteligencia y vigilancia.
3. Impulsar y mejorar la capacitación de los policías en el uso de inteligencia para prevenir el delito y sobre todo la violencia.
4. Perfeccionar la coordinación con corporaciones estatales, la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina, para que todos en conjunto combatan de forma más efectiva a la delincuencia y sobre todo se retome el control de territorios que hoy están tomados por el crimen organizado.
5. Ampliar el personal de las corporaciones y mejorar las condiciones laborales de los policías municipales, otorgándoles mejores sueldos, seguro de vida, becas para sus hijos, acceso a salud y vivienda, entre otras prestaciones que les permitan vivir dignamente a ellos y sus familias.
En Hermosillo, ya se están tomando algunas medias de este tipo dotando a la corporación de nuevas patrullas eléctricas, incrementando la capacitación y certificación de los elementos y otorgándoles estímulos e incentivos económicos.
En lo que va de 2022, los homicidios dolosos en Hermosillo han caído un 36% y se encuentran en su nivel más bajo desde 2015, es decir, en 7 años.
Sin duda valdría mucho la pena que más municipios del estado y del país siguieran esta estrategia, luego de que es claro que ni la militarización ni los abrazos han dado resultados favorables.
@gomezreyna