La Constitución de 1917, un hito en la historia mexicana, surge como el legado de la Revolución Mexicana, una época de profundos cambios políticos y sociales. Esta magna carta, que ha guiado a México por más de un siglo, nació como respuesta al autoritarismo de Porfirio Díaz y se ha convertido en el pilar de los derechos y deberes de los ciudadanos.
Aunque la actual Constitución rige desde el 5 de febrero de 1917, su proceso de gestación es parte fundamental de la narrativa revolucionaria. Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, lideró el Plan de Guadalupe, desafiando a Victoriano Huerta y abriendo la puerta al Ejército Constitucionalista. Este movimiento, con una clara ventaja en el conflicto, posibilitó la convocatoria al Congreso Constituyente en Querétaro a principios de 1916.
El Congreso Constituyente, mayormente conformado por diputados carrancistas, trabajó intensamente para reformar la antigua Constitución de 1857. El fruto de sus esfuerzos fue una nueva carta magna que reflejaba los ideales revolucionarios. Entre sus innovaciones se encontraban la reforma agraria, la protección de los derechos laborales, la limitación de la influencia de la Iglesia católica y una ampliación en la educación primaria para las masas mexicanas.
El 5 de febrero de 1917, la Constitución fue promulgada, marcando un nuevo amanecer para México. Su entrada en vigor, meses después, simboliza la consolidación de un país que busca forjar su identidad a través de la justicia social, la democracia y la federalización. Desde entonces, cada 5 de febrero, México celebra este día como el recordatorio de una transformación histórica.
La Constitución de 1917 es reconocida por ser una de las más avanzadas de su tiempo. Contenía disposiciones progresistas en áreas cruciales como la educación, la propiedad de la tierra y la protección de los recursos naturales. La declaración de México como una república representativa, democrática y federal se mantuvo como la esencia de la nueva carta magna.
Es esencial reconocer que, aunque la Constitución de 1917 fue un paso significativo, no abordó inicialmente los derechos políticos de las mujeres, incluido el derecho al voto, una cuestión que solo se resolvería décadas después, en la década de 1950.
Este 5 de febrero, al conmemorar el Día de la Constitución, los mexicanos reflexionan sobre el viaje histórico que llevó a la creación de esta magna carta. Un documento que no solo refleja los ideales de la Revolución Mexicana, sino que también ha evolucionado con el tiempo para abordar las cambiantes necesidades de la sociedad.
La Constitución de México no solo es un marco legal; es la expresión de la voluntad de un pueblo que anhela la justicia, la equidad y la libertad. Cada artículo, cada principio, es un tributo a la lucha que llevó a la independencia y a la construcción de un México más inclusivo y justo. Este 5 de febrero, la celebración va más allá de un acto ceremonial; es el reconocimiento de una nación que ha perseverado y evolucionado a lo largo de su historia constitucional.
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