El cambio de modelo energético hará que la minería no vuelva a ser como la conocíamos. La fuerte demanda de minerales necesarios para el desarrollo de energías alternativas y para el uso de móviles y ordenadores está llevando a un sector en decadencia a una reactivación, pero esta vez verde y sostenible.
La producción de minerales como el grafito, el litio y el cobalto podría aumentar un 500% de aquí al año 2050. Lo asegura el informe del Banco Mundial Minerales para la acción climática: La intensidad mineral de la transición hacia la energía limpia. La cantidad es tan elevada porque es la que van a demandar las tecnologías de energías limpias (el litio, por ejemplo, es indispensable para la producción de energía solar).
En total, se necesitarán más de 3.000 millones de toneladas de minerales y metales para desplegar la energía eólica, solar y geotérmica, así como el almacenamiento de energía, necesarios para lograr un futuro por debajo de los 2°C.
Parece ser un círculo vicioso: a más necesidad de minerales para conseguir energías limpias, más extracciones mineras hay que llevar a cabo, con el perjuicio que eso supone para el medioambiente. Pero lo cierto es que el sistema funciona así y para hacer realidad un futuro con menos emisiones de carbono habrá un aumento sustancial de la demanda de varios minerales y metales clave para fabricar tecnologías energéticas más limpias.
En otras palabras, la transición a la energía limpia será significativamente intensiva en minerales. Para la construcción de aerogeneradores, según el Banco Mundial, se necesitan al menos 4,7 toneladas de cobre, 335 toneladas de acero y 1.200 toneladas de hormigón. Un coche eléctrico requiere cerca de 89 kilogramos de cobre, casi cuatro veces más que uno convencional. La demanda de cobre se disparará casi un 600% para 2030 por el cambio de modelo energético, según un informe de Goldman Sachs.
Y aunque la creciente demanda de minerales y metales ofrece oportunidades económicas tanto a los países en desarrollo ricos en recursos como a las entidades del sector privado, es probable que surjan importantes problemas si la transición energética limpia impulsada por el clima no se gestiona de forma responsable y sostenible.
Por eso, el Banco Mundial puso en marcha en 2020 la iniciativa Minería Climáticamente Inteligente, que ayudará a los países en desarrollo que son ricos en recursos a beneficiarse de la creciente demanda de minerales y metales, garantizando al mismo tiempo que el sector minero se gestione de forma que se minimice la huella medioambiental y climática.
Se estima que con esta estrategia las tecnologías para energías limpias tendrán una huella de carbono de toda la cadena que representará apenas el 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por las tecnologías basadas en combustibles fósiles.
Sin prácticas de minería climáticamente inteligente, los impactos negativos de las actividades mineras aumentarán, afectando a las comunidades ya vulnerables de los países en desarrollo, así como al medioambiente en el que operan.
El caso de América Latina
Pero ya se empiezan a ver muchas de estas acciones de minería sostenible, especialmente en países de América Latina.
En Perú, el proyecto minero Quellaveco, al sur del país, se ha convertido en el primero en iniciar la transformación de su matriz energética. Anglo American y ENGIE Energía Perú firmaron un contrato para suministrar al proyecto energía de fuentes renovables en su etapa operativa. La electricidad provendrá de fuentes de energía renovable, en especial de la futura central eólica Punta Lomitas.
Esta iniciativa a favor de energías limpias se suma a otras operaciones del Grupo Anglo American en países como Chile y Brasil. “Nuestra meta es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar nuestra eficiencia energética en un 30 % para el 2030, apuntando a que todas nuestras minas en el mundo sean carbono neutrales hacia el año 2040”, sostiene la compañía.
Los proyectos sostenibles en minería son cada vez más frecuentes. Por ejemplo, la misma compañía minera antes citadaa ha contratado a Williams Advanced Engineering para desarrollar un volquete minero que funcione con hidrógeno. Se trata de un camión minero de transporte eléctrico que será el más grande del mundo con esta tecnología. Estará propulsado por un módulo de pila de combustible de hidrógeno que trabajará de forma conjunta con un sistema de baterías de litio para sustituir al motor diésel.
En Sudáfrica, Harmony Gold Mining Co., una de las mayores mineras de oro del mundo, puso en marcha ya hace unos años el primer proyecto de bioenergía en una propiedad minera del país. El objetivo del proyecto es cultivar plantas energéticas -remolacha azucarera y Hierba Rey Gigante- en terrenos contaminados por las minas para restaurar y rehabilitar la tierra.
Al otro lado del mundo, en Kiruna (Suecia), se están realizando pruebas para establecer un nuevo estándar mundial para la minería sostenible. LKAB -compañía minera sueca dedicada a la extracción de hierro- ha pedido que los vehículos eléctricos de batería líderes en la industria (de Epiroc) sean probados para futuras operaciones libres de dióxido de carbono. Los vehículos se están utilizando en la mina Konsuln, una especie de banco de pruebas en minería subterránea.
El pedido surgió como resultado del proyecto colaborativo Sustainable Underground Mining (SUM), donde las empresas participantes han formado una alianza para lograr el objetivo de establecer un nuevo estándar mundial para la minería sostenible a grandes profundidades.
El enfoque de la Minería Climáticamente Inteligente se ha desarrollado de forma concertada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y consiste en la puesta en marcha de una serie de medidas:
- Respaldar la integración de la energía de fuentes renovables en las operaciones mineras. Al sector minero se le atribuye el 11% del uso mundial de energía y las operaciones mineras en las zonas remotas suelen depender del diésel o el carbón. La minería es una actividad de alto consumo energético y, dependiendo de la mina, la energía puede suponer aproximadamente entre el 10% y el 40% de sus gastos operacionales. Dentro de estos porcentajes, la extracción origina hasta el 60 % del consumo energético, mientras que la concentración y la molienda de minerales representan hasta un 40 %. Esto tiene un impacto negativo sobre el ecosistema aledaño a la mina al crear alteraciones en el paisaje, además, existe la posibilidad de contaminar el agua y el aire. Por lo cual, se propone la sustitución del uso de diésel por la utilización de energía eólica, solar o geotérmica para disminuir el consumo de energía y el impacto sobre los gases de efecto invernadero.
- Respaldar el uso estratégico de los datos geológicos para entender mejor la disponibilidad de minerales estratégicos.
- Minería forestalmente inteligente. Evitar la deforestación y respaldar prácticas de uso sostenible de las tierras, adaptar las zonas mineras a otros usos. En la actualidad, alrededor de 1.500 minas de gran tamaño se encuentran en bosques tropicales y otras 1.800 están en fase de desarrollo.
- Reciclado de minerales. Respaldar a los países para que adopten un planteamiento de economía circular y reutilicen los minerales de manera respetuosa con el medioambiente.
- Tratamiento de aguas residuales. Países como Canadá y Suecia han empezado a implementar el reciclaje de agua, es decir, los recursos hídricos usados son almacenados y se reutilizan en procesos industriales. Por ejemplo, en cuanto a la actividad minera, se realizan lagunas de sedimentación que son tratadas y monitoreadas. Esto significa la optimización del consumo de agua y por tanto de recursos naturales, lo cual podría evitar impactos negativos sobre la salud de pueblos cercanos a las minas.
- Cierre sostenible de minas. El cierre sostenible de minas ha pasado a ser una alternativa viable para reducir el impacto social y ambiental. El objetivo del cierre minero sostenible implica la recuperación y estabilización ambiental del área y la regeneración del ecosistema.
Uno de los grandes obstáculos para poder ejecutar una minería sostenible es la minería ilegal. Al no poseer los estándares técnicos necesarios para el desarrollo de la mina, ni la información pertinente para su creación, esta actividad va aumentando el daño ambiental y el riesgo para la población. Ocurre especialmente con el coltán.
El geólogo e investigador Carlos Galé, profesor de la Universidad de Zaragoza, asegura que el concepto de minería verde o sostenible es muy amplio “pero, básicamente, lo que pretende es que todos los procesos de extracción sean más sostenibles, que no se tenga que remover demasiada tierra y que no se haga demasiado gasto de agua. Las empresas mineras están caminando hacia ahí, ese será el futuro. También la aceptación social es mucho mayor cuando los procesos de extracción sean más cuidadosos con el medioambiente. Eso sí, esto es algo que no se puede hacer en todas las minas. En el caso del mercurio, por ejemplo, no sería posible porque es un mineral que emana gases que son tóxicos. En definitiva, lo que la sociedad debe hacer es revisar que lo verde no sea un lavado de cara de las empresas mineras. Lo que debe buscarse es un impacto neto cero”.
El desarrollo de la economía circular en la minería representa tanto retos como oportunidades para las empresas del sector. Puede acabar con la escasez de recursos minerales, el desperdicio de recursos y la contaminación medioambiental a la vez que crea ventajas económicas. La economía circular prioriza la reutilización de materiales a la explotación de materias primas nuevas. Sin embargo, van a seguir necesitándose materiales vírgenes que, se usen donde se usen, tienen una huella de carbono que debe ser lo más pequeña posible.
Son muchos los que defienden la idea de que la minería conlleva el desarrollo económico y reduce la pobreza. Argumentan que las ventajas económicas radican en:
- El aumento de ingresos para el gobierno gracias a la actividad minera.
- La mejora de servicios y empleo en las comunidades locales.
- El aumento de la demanda de bienes y servicios como mejora para la economía local.
Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España, en 2019 la contribución del sector minero en este país -en términos de empleo directo- en las 2.665 explotaciones con producción, fue de 28.728 empleos, de los cuales 22.978 corresponden a la extracción de minerales no metálicos (industriales, ornamentales, productos de cantera), 148 a minerales energéticos y 5.602 a minerales metálicos.
El número de explotaciones ha descendido de nuevo (-2,4%) y el empleo también ha disminuido (-4%), respecto a 2018. Según los últimos datos, el valor de la producción vendible para el conjunto del sector minero fue de 3.339 millones de euros, alrededor de un 4% inferior al de 2018.
Los descensos, tanto en el valor de la producción, como especialmente en el número de personas empleadas, reflejan el cese de la producción nacional de carbón.
Habrá que esperar unos años para conocer con más certeza cuál es el impacto socioeconómico de la minería verde. De momento, las minas españolas están empezando a resucitar y buscando nuevos horizontes.
Fuente: bbva.com
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