COLUMNA
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) ya definió que el 29 de septiembre se conmemora el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos.
El objetivo es concienciar a la población mundial sobre el impacto que generan cada día toneladas de alimentos que no llegan a nuestras mesas a nivel económico, social y ambiental; de esta manera se contribuye al cumplimiento del segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU: Hambre Cero.
En el caso de México, según recientes estimaciones de la FAO, cerca de 35% de alimentos se tiran a la basura, lo que equivale a 20 millones de toneladas perdidas todos los años a nivel nacional.
A nivel mundial, casi el 14% de los alimentos producidos se pierde entre las etapas de recolección y venta al por menor. Junto con los alimentos, también se pierden recursos vitales como el agua, la energía y el tiempo utilizado para producirlos.
En el país existen importantes proyectos de responsabilidad social, impulsados por múltiples sectores, que se dedican al rescate de alimentos para llevarlos a sectores vulnerables de la población.
De esa manera, se mitiga el desperdicio, al mismo momento en que se cubren las necesidades alimentarias de personas en situaciones complicadas, en especial durante la pandemia por COVID-19. Este es un gran ejemplo de “ganar-ganar”.
Es de suma importancia que cada vez se creen más sinergias entre las empresas e instituciones dedicadas a abordar esta problemática, como el Banco de Alimentos de México (BAMX) y la asociación Alimento Para Todos I.A.P. (APT)
Como consultor y estratega en temas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) desde hace más de 20 años, actualmente operando desde la agencia AB Estudio de Comunicación, considero que hoy, más que nunca, es necesario trabajar para un mejor aprovechamiento de los recursos, así como para la ejecución de proyectos con profundo impacto social.
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