Por Moisés Gómez Reyna
En diciembre de 2019 revisabamos los principales indicadores económicos de los últimos meses y esperábamos con buen ánimo la llegada del nuevo año. Y no era para menos, o en parte eso pensábamos, ya que los resultados alcanzados no eran alentadores: el PIB había caído 0.4% respecto al trimestre anterior, y sobresalía una preocupante caída en el sector manufacturero de 1.8%. El análisis destacaba el desplome en 14.4 % de la inversión física pública, en términos reales, de los primeros tres trimestres de 2019.
La desconfianza e incertidumbre de los inversionistas nacionales, provocada por las decisiones del gobierno que cumplía un año de su gestión, se reflejaban en la caída de 3.3% de la inversión fija bruta, indicador que mide la inversión privada en los procesos productivos.
Habrá que decirlo, pero a pesar de los buenos resultados de la inversión extranjera directa en ese año, ésta no era suficiente para contrarrestar el poco alentador desempeño de la economía mexicana y la caída en la generación de empleos, comportamiento influido por las malas decisiones de este gobierno, como fue la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la CDMX, el cambio de política energética y la cancelación de programas de apoyo al fomento emprendedor y al crecimiento económico.
Celebrábamos gustosos la llegada de un nuevo año y la esperanza de que la incertidumbre dejada por 2019 fuera superada; sin embargo, el arranque del 2020 trajo para el mundo un nuevo componente: la aparición de la variante del SARS COV 2, que pronto convirtió la posibilidad de mejora en una situación crítica, en una realidad que dejaba postergados muchos planes y proyectos para la mayoría de la población.
Hemos vivido en los últimos 18 meses una recurrente y sistématica sucesión de crisis, que interconectadas entre sí, genera una situación que de acuerdo a las estimaciones y proyecciones de analistas, le requerirían al país entre 8 y 9 años de políticas y programas integrales para recuperar los mismos niveles de 2019.
Estamos inmersos en una crisis económica que ha sido provocada, sin duda, por el necesario aislamiento y la suspensión de actividades tradicionales, situación ahora agravada a nivel global, con el surgimiento de la variante Delta y su presencia en la tercera ola.
Pero también causada por la conjugación de dos factores: la insuficiente respuesta gubernamental a las mermadas actividades productivas, con acciones decididas que han sido aplicadas, con buenos resultados, en otros países, como el caso de nuestro vecino del norte; y en segundo lugar, la prevalencia de elementos estructurales que no permiten que una adecuada distribución del ingreso, como acelerador de la recuperación ahora, y como promotor del crecimiento y desarrollo futuro.
En la contabilidad del concurso de las crisis podemos iniciar con el riesgo sanitario agravado por la evidente diferencia de criterios a la hora de definir las medidas de prevención y la suspensión de actividades, reflejada, en principio, en los criterios tan básicos como el uso del cubrebocas, el programa de adquisición de vacunas y los mecanismos para su aplicación, así como la ausencia de criterios tácticos para atender a las nuevas poblaciones afectadas con la nueva variante, como son las poblaciones menores de 30 años, incluyendo a niños y adolescentes.
En este rubro habrá que referir los resultados presentados por el CONEVAL, que reporta la carencia en servicios de salud padecida por 35.7 millones de personas en 2020; es decir, 15.7 millones más que los 20.1 millones de mexicanos que eran afectados en 2018.
Pareciera que la desaparición del Seguro Popular para dar paso al INSABI, en medio de la pandemia, dejó sin servicios de salud a una parte importante de la población.
Estamos también en medio de una crisis sostenida de violencia e inseguridad, que se refleja en los más de 90 mil homicidios dolosos desde que inició la administración, contra los 55 mil muertos por ese rubro durante la administración de Enrique Peña Nieto.
Durante la presente administración, en promedio, cada 24 horas son asesinadas 97 personas, y en el mismo período de tiempo, 10 mujeres son víctimas de feminicidio.
Hoy debemos reconocer que requerimos atender todos los componentes necesarios para que el país salga adelante, como la atención de la pobreza, el crecimiento y desarrollo económico, la salud, la educación, la seguridad física, patrimonial y jurídica, así como la superación de los retos impuestos por la pandemia.
Con un planteamiento de unidad, concordia y apertura a las opiniones, para la construcción de una estrategia renovada, formulada con las aportaciones de todas las personas y grupos, pero con la responsabilidad de la conducción gubernamental.
Por ello resulta enriquecedor y motivante la aparición del texto “Renovar políticas para un nuevo curso de desarrollo en México”, publicado por la UNAM, que motiva a la reflexión de modernas y pensadas propuestas, como la articulación de un sistema de bienestar incluyente, dirigido a garantizar el derecho humano a la protección social; además de políticas e instituciones enfocadas a reducir y prevenir la vulnerabilidad y la pobreza, a lo largo de todo el ciclo de vida.
El texto presenta propuestas en materia de políticas públicas como el ingreso básico universal, el seguro de desempleo financiado con contribuciones tripartitas, un atractivo sistema de pensiones mixto contributivo por un lado y compensado con el ingreso básico garantizado, una estrategia de ordenamiento territorial, bajo el principio irrenunciable de que “…la sustentabilidad ambiental debe verse de forma articulada con el cambio estructural, pues supone transformaciones productivas, energéticas, de los sistemas urbanos y de otras áreas…”, entre otros elementos de política pública.
Bajo la lógica de favorecer el diálogo y el acuerdo social, este texto cuenta con la colaboración de un distinguido grupo de mexicanos referentes en su materia, entre los que destacan Rolando Cordera como Coordinador y la participación de Cuauhtémoc Cárdenas, Julia Carabias, José Andrés de Oteyza, Enrique del Val, Clara Jusidman, Norma Samaniego, David Ibarra, Enrique Provencio y Carlos Tello, entre otros destacados expertos.
Muy oportuna la aportación de ideas y propuestas para construir, en medio de las crisis, una hoja de ruta que permita conducir a buen puerto a la patria extraviada.
@gomezreyna
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