En el corazón del norte del país, la mina Peñasquito ha emergido como uno de los mayores yacimientos auríferos de América Latina. Desde su inauguración en 2010, esta mina —ahora operada por la empresa estadounidense Newmont Corporation tras adquirir el proyecto en 2019— ha contribuido con el 28.8 % de la producción total de oro de México durante 2022, según datos de la Cámara Minera de México (CAMIMEX) .
Año tras año, Peñasquito ha generado cifras millonarias: en 2022 reportó 1 900 millones de dólares, parte de los cuales se destinaron a sueldos, prestaciones y derechos; además, brindó empleo directo a unas 2 800 personas y más de 5 000 indirectas . Lo que hace vibrar la economía, sin embargo, proviene de un modelo extractivo cuyo impacto aún genera debates profundos.
Prosperidad económica vs. soberanía y medioambiente
Un motor económico con control extranjero
La riqueza extraída, si bien impulsa a Zacatecas, proviene de una operación dirigida desde el extranjero. Esto plantea preguntas urgentes sobre quién se queda con las ganancias y los límites de la soberanía económica nacional .
Oro y plata, pero no sin huella ambiental
El método a cielo abierto que se aplica en Peñasquito implica remoción masiva de roca y uso de químicos, lo que altera el paisaje e impacta delicadas fuentes de agua. Aunque Newmont promueve un discurso de sostenibilidad, organizaciones ambientales advierten sobre los riesgos reales a largo plazo .
¿Podría México convertirse en un “Dubái latinoamericano”?
El paralelo entre Zacatecas y Dubái surge por la riqueza generada desde debajo de la tierra, sin embargo, el modelo mexicano está lejos de replicar el poder económico y la transformación urbana del emirato. En lugar de emular esa evolución, existe el riesgo de repetir la dependencia de una industria extractiva, administrada desde fuera, con pocos beneficios directos a largo plazo para las comunidades locales .
La mina Peñasquito representa un poderoso motor económico en Zacatecas y en el país. Sin embargo, si México aspira a convertirse en una potencia autosuficiente y soberana basada en sus recursos, deberá replantear cómo se administran y distribuyen esas riquezas, asegurando al mismo tiempo una verdadera protección ambiental. De lo contrario, el brillo del oro podría convertirse en una ilusión efímera.
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