Antes de los icónicos eventos como la llegada a la luna o incluso el descubrimiento de América, Yuval Noah Harari asegura que la hazaña más representativa del hombre, fue la posibilidad de que el Homo Sapiens se hiciera de los medios y llegara navegando desde África, con todo lo que ello representó hace 45 mil años, a conquistar Australia.
Claro, la segunda parte de la historia es que con su llegada al referente de Oceanía, el Homo Sapiens contribuyó en relativamente poco tiempo, a la extinción de la megafauna australiana y, en cierto sentido, unos 15 mil millones de años después, a la extinción global de los neandertales.
Viene esto a manera de introducción por la gran cantidad de evidencias que existen sobre la aseveración de que los seres humanos somos los principales depredadores del medio ambiente.
De hecho, son muy recurrentes los reportes e investigaciones en el sentido de que los efectos destructivos del cambio climático son causados por los desequilibrios generados por el hombre. Las temperaturas récord y sequías prolongadas, el frío extremo, los huracanes cada vez más frecuentes y de mayor fuerza, y las inundaciones inesperadas en otras zonas del planeta evidencian que el cambio climático es producto de la acción humana.
Gran parte de los mecanismos de interacción social y cultural engloban elementos acompañados del actual modelo económico lineal, basado en “tomar-hacer-desechar”, que manifiestan un carácter despilfarrador, acelerador de la destrucción y extractor sistémico de recursos provenientes de la naturaleza. Algo que sin duda debe parar.
Los expertos, los países avanzados y una parte importante de la comunidad internacional coinciden en la necesidad de adoptar medidas para alcanzar un desarrollo sostenible y reducir las causas que generan el cambio climático, como son las emisiones de gases de efecto invernadero -planteado como parte del Acuerdo de París-, el agotamiento de los recursos naturales y su creciente contaminación. Gran parte de esa comunidad ha planteado y, en el caso de no pocos países, instrumentado un nuevo modelo económico denominado “Economía Circular”.
Este planteamiento se basa en tres principios fundamentales: la eliminación de los residuos y la contaminación, la conservación de productos, bienes y materiales en uso y la regeneración de los sistemas naturales.
La Economía Circular está sustentada en el uso de energías renovables -eólicas y fotovoltaicas- y el aprovechamiento intensivo de materiales reciclables, modificando sustancialmente la forma en la que los producimos y consumimos.
El modelo plantea estimular el crecimiento y el desarrollo económico, así como la generación sostenida del empleo, sin comprometer el ambiente y garantizando bajas emisiones de carbono.
El compromiso de los países y organizaciones que han adoptado el mecanismo de desarrollo implica la coexistencia entre la protección al ambiente y el crecimiento económico, impulsando un desarrollo sustentable y sostenible.
En la economía circular se genera valor de dos formas: la primera con la permanencia y aprovechamiento, el mayor tiempo posible, de los materiales y productos fabricados por el ser humano, generando valor mediante el intercambio, la reutilización, la remanufactura y el reciclaje. Y la segunda, con el retorno a la naturaleza, en forma segura, de los productos y materiales después de haber pasado por múltiples usos, devolviendo así nutrientes a la tierra y a los ecosistemas naturales.
Existen beneficios documentados de la Economía Circular. Por un lado, la Fundación Ellen MacArthur ha documentado que con el cambio en la forma en que producimos y utilizamos el acero, el cemento, el aluminio y el plástico, se podrían reducir para el año 2050, 40% de las emisiones de gases efecto invernadero.
Investigaciones del Foro Económico Mundial, prevén que el mercado de envases retornables crecerá de 37 mil millones de dólares en 2018 a 59 mil millones para 2026, mientras que el mercado de la ropa de segunda mano duplicará el tamaño del hoy exitoso negocio de la moda rápida para el año 2029.
En el plano económico el uso de acero reciclado o reutilizado para la construcción de edificios podría generar hasta un 25% de ahorro en los costos de material por tonelada de acero.
China y Europa son los líderes mundiales en la transición hacia la circularidad; China se ha adelantado a la tendencia mundial al adoptar su Ley de Promoción de la Economía Circular desde el año 2009.
Estudios de la Comisión Económica para América Latina y la Organización Internacional del Trabajo indican que la adopción de la economía circular podría propiciar la creación de 4.8 millones de empleos en la región.
En México, aún estamos en “pañales” en la transición hacia un modelo económico circular. Para avanzar se requiere una mayor cultura de reciclaje entre la población y adicionalmente inversiones importantes para la apertura de centros de acopio de materiales y plantas de tratamiento de residuos.
Para asegurar el éxito de la transición de nuestro país, se requiere un fuerte compromiso del gobierno y acceso a financiamiento, pero también involucrar la participación decidida del sector privado y la sociedad civil.
Si hace 45 mil años el Homo Sapiens pudo diseñar el vehículo y la forma para recorrer más de 11 mil kilómetros desde lo que hoy es Tanzania, pasar por Madagascar y llegar a Australia, hoy es posible alcanzar la meta de detener la quema irracional de nuestros recursos naturales, superar el rezago en materia económica y detener la “contranatural” acción de impulsar el cambio climático.
Moisés Gómez Reyna
Twitter: @gomezreyna
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