Por Moisés Gómez Reyna
Hace un par de días Thomas Piketty y Esther Duflo, entre otros destacados economistas, presentaron un muy buen documentado Reporte de Desigualdad Mundial 2022 (World Inequality Report 2022), que muestra una serie de datos que confirman lo que muchos percibimos en materia económica nacional.
Thomas Piketty, destacado economista francés, ha dedicado su investigación en los últimos años a analizar cómo la tasa de acumulación de capital, en relación con el crecimiento económico, aumentó desde el siglo XIX hasta la actualidad. Los registros que ha logrado generar, sobre los impuestos y las tasas impositivas, le han permitido mostrar el comportamiento de las élites económicas, segmentos económicos que usualmente no son estudiados.
Las más relevantes conclusiones de Piketty se encuentran en su famoso libro “El Capital del Siglo XXI”, al cual Paul Krugman llamó una “magnífica y amplia meditación sobre la desigualdad” y “el libro económico más importante del año y tal vez de la década”.
Como economista he referido en diversas ocasiones sobre las tres asimetrías que persisten en México, que reflejan rezagos e injusticia y cuya reducción debería ser un tema de la agenda nacional.
Hablamos primero de la desigualdad del ingreso o la abismal distancia entre ricos y pobres con una mermada clase media; segundo la diferencia económica entre los estados del norte y sur, y la inaceptable inequidad en el trato y reconocimiento entre mujeres y hombres.
A propósito del Reporte de Desigualdad Mundial se recogen datos que son de alto impacto. México es de los países más desiguales del mundo debido a que el 10% más rico de la población gana 30 veces más que el 50% del estrato más pobre del país.
Es decir, mientras el 50% de los más pobres obtienen en promedio 42 mil 700 pesos al año, el 10% de la gente de mayores recursos gana 1.3 millones de pesos per cápita.
Asimismo, el 10% de los más ricos concentra el 57% de los ingresos totales en el país; mientras que el 50% de los más pobres apenas poseen el 9 por ciento.
El reporte establece lapidariamente en su parte expositiva que, “A diferencia de las grandes economías, los datos disponibles sugieren que México no experimentó una fuerte reducción de la desigualdad durante el siglo XX. De hecho, la desigualdad de ingresos en México ha sido extrema a lo largo del siglo pasado y del actual”.
El estudio también demuestra que la población más desprotegidacarece de riqueza, entendida esta como la suma de activos financieros y no financieros como viviendas, representando negativamente su riqueza neta, lo que significa que este grupo tiene más deudas que propiedades.
Por otro lado, el 10% de la población más rica posee en promedio 6.5 millones de pesos en riqueza. En síntesis, la riqueza media de los hogares mexicanos asciende a más de 833,660 pesos.
Un punto relevante del Reporte preparado por el Laboratorio de las Desigualdades Mundiales, al cual pertenecen este grupo de destacados economistas, señala que en México la participación de las mujeres en los ingresos laborales es del 33 por ciento, por debajo del promedio de América Latina que es de 35 por ciento, y más debajo de países como Brasil que muestra un 38% o Argentina que tiene un 37% de participación femenina en los ingresos laborales.
Como un elemento de reflexión debemos señalar que el porcentaje mexicano está apenas por encima de la media de África Subsahariana, que tiene el 28% y por debajo de los niveles en Europa Occidental y Oriental con 38 y 41%, respectivamente.
En abono de este indicador, es importante destacar que, a pesar de ser la proporción más baja de la región, los ingresos laborales de las mujeres en el país han aumentado de forma significativa en los últimos 31 años, con nueve puntos porcentuales, ya que en 1990 el sector femenino representaba 23.6%, de acuerdo con el Reporte.
Muchos son los retos que implica la definición de políticas de desarrollo, pero sin duda el esquema de la desigual distribución del ingreso lleva mano; por esta razón los esquemas recaudatorios, educativos, de atracción de inversiones y de generación de empleos, así como de innovación y desarrollo tecnológico, debieran ser prioridad para atender esta asignatura pendiente.
@gomezreyna
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