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Trabajadores de Peñasquito muestran superación y pasión por la minería

Detrás de la impresionante maquinaria que se utiliza en la mina, ubicada en Mazapil, hay personal altamente capacitado, como es el caso de jóvenes abuelas que jamás pensaron manejar enormes

hace 4 años

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Carla Hidalgo, una joven abuela que conduce un camión de 5 toneladas. (Newmont Peñasquito)

Detrás de la impresionante maquinaria que se utiliza en la mina, ubicada en Mazapil, hay personal altamente capacitado, como es el caso de jóvenes abuelas que jamás pensaron manejar enormes camiones y apasionarse en esta actividad, que les ha dado grandes satisfacciones con el respaldo de la empresa.

Carla Hidalgo Hernández le puede contar a sus nietos que ha manejado un camión Komatsu 930E que carga hasta 500 toneladas, algo que hace años le hubiera parecido imposible cuando trabajaba en el municipio como costurera y arreglando a quinceañeras para sus fiestas.

En 2008 supo que la recién instalada mina Peñasquito solicitaba personal y, aunque sólo tenía la secundaria terminada, acudió en busca de una oportunidad, “en realidad sin saber qué era lo que iba a ocurrir”.

Lo que pasó fue que logró capacitarse para manejar un camión de casi 8 metros de altura, pero siguió preparándose y continuó operando otros equipos de enormes dimensiones como excavadoras, motoconformadoras y palas hidráulicas.

A veces pide a sus compañeros que le graben videos o tomen fotos para mostrárselas a sus padres, hijos y nietos, quienes se sienten orgullosos del trabajo que realiza y cuando está con éstos últimos es lo que más disfruta. “Son 4, los junto y me los llevo al parque, a rodar en las bicicletas”, compartió Carla.

Recordó que no ha sido fácil estar lejos de la familia, sobre todo los primeros años en los que uno de sus hijos le pedía que lo llevara y le prometía no interrumpirla mientras trabajaba, o a escondidas le dejaba en su maleta un juguetito o los pequeños calcetines para que no se olvidara de él.

“Le parten a uno el corazón, pero dicen que nada en esta vida es fácil y todo lleva un sacrificio”, expresó con un nudo en la garganta Carla, quien agradeció el respaldo de su familia y sus compañeros de trabajo para lograr sus metas laborales, así como tener ingresos que le han permitido una mejor calidad de vida a ella y sus seres queridos.

De migrante sin empleo a supervisora en la mina: No hay que ponerse barreras


Otra joven abuela que no esperaba entrar al mundo de la minería es Geralinda Zambrano Gutiérrez, quien hace 14 años regresó de Estados Unidos, donde trabajaba limpiando restaurantes y hoteles, después de un divorcio y en medio de la incertidumbre laboral.

Con secundaria terminada, para sacar adelante a sus 2 hijos tenía en mente poner una birriería, y mientras realizaba los preparativos, su madre le aconsejó que fuera al Servicio Nacional de Empleo.

Pensando que obtendría trabajo de limpieza o en la cocina, acudió desde muy temprano a la entrevista sin pensar que estaría el entonces el gerente de Peñasquito, quien la entrevistó directamente por su puntualidad y la invitó a trabajar en la mina, que apenas estaba iniciando operaciones.

Fue ahí que decidió atreverse, confiar en sus capacidades y comenzó trabajando como “banderera”, luego manejando camiones 930 y operando máquinas para arreglar caminos. Posteriormente pasó a realizar trabajo de supervisión en diversas áreas, en una carrera que ha ido en ascenso.

Actualmente Geralinda, originaria de Ojocaliente, es supervisora de campo de operación de mina y gracias a este empleo ha podido tener su casa propia y su carro; sus hijos de 24 años y 17 años han recibido un buen estudio e incluso puede ayudar a sus padres.

Una de sus mayores alegrías es convivir con su familia, pues incluso tiene ya una nieta, y no deja de agradecer lo que le ha ayudado la mina para su desarrollo personal.

“Yo creo que no terminaría de decir las satisfacciones que he tenido”, compartió emocionada.

Como consejo dijo que “es importante creérsela uno mismo”, pues cada quien se pone sus propias barreras al creer que no podrá lograr las cosas. “En cualquier lugar que nos pongan, pues demostrar lo que sabemos hacer como mujeres. Que no tengamos miedo a salir adelante, también las mujeres podemos”, expresó.

Ayudar a los demás en el trabajo y fuera de él
También sin imaginar que terminaría trabajando para Peñasquito en un área de gran responsabilidad, Imelda Romero comenzó dando cursos de rescate en la mina y brindando apoyo en emergencias, pero a través de un proveedor, pues se subcontrataba este servicio.

Finalmente la empresa decidió tener su propia área y la invitó para conformarla. Luego fue superintendente en Seguridad Industrial y actualmente encabeza el equipo de respuesta de emergencia en Newmont Peñasquito, que además da apoyo a la población de la zona.

Con estudios en Ingeniería Industrial, técnico en Urgencias Médicas y licenciatura en Administración, Imelda ahora cursa una maestría en Salud Ocupacional, pero otra de sus pasiones es ayudar, pues “el que no vive para servir no sabe vivir”.

Es por eso que además del trabajo en la mina y su preparación constante apoya diversas causas e instituciones, como a una cafetería inclusiva atendida por personal con discapacidad intelectual, y realiza eventos de beneficencia para llevar comida a las personas que esperan a sus familiares internados en hospitales.

Como encargada de salvaguardar la seguridad de los demás, muchas veces su trabajo ha significado la diferencia entre la vida y la muerte de una persona, por lo que su consejo es ser más conscientes de los riesgos que se enfrentan en la vida diaria, y cuidarse para regresar bien con su familia.

Deseo de heredar amor por la minería


Para Gerardo García Villagrana ser constante ha sido la clave para ir subiendo en su carrera dentro de Peñasquito, y aunque se siente orgulloso de lo que ha logrado, dijo que aún falta mucho camino por recorrer: “Tengo muchas expectativas, muchas metas que lograr todavía”.

Actualmente es supervisor de operación mina, pero empezó hace 11 años operando uno de los camiones 930 que transportan grandes cantidades de material.

Gracias a su desempeño y a su pasión por las máquinas le encomendaron la capacitación de otros trabajadores y llegó al puesto que ahora ocupa.

Su hijo más pequeño, de 10 años, es a quien le da más sentimiento cuando sale de casa, pero ha comprendido la importancia de su trabajo, hacia el cual que el supervisor siente una gran pasión y gran amor, por lo que si uno de sus hijos decide trabajar en la minería lo apoyaría.

Para conocer más historias como éstas puedes entrar al Facebook oficial de Newmont Peñasquito, donde hay una serie de testimonios que muestran el lado familiar, personal y de superación de los trabajadores.

Fuente: zacatecasonline.com.mx

Editorial

Publicado hace 4 años

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