Rusia está dispuesta a convertirse en un nuevo aliado energético para México. A través de un comunicado emitido por su embajada en el país, el gobierno ruso expresó su intención de suministrar gas natural licuado (GNL) y colaborar de manera más amplia en distintas áreas del sector energético mexicano.
La declaración, que ocurre en medio de un escenario internacional marcado por la búsqueda de seguridad energética y diversificación de fuentes, sugiere que Moscú no sólo ve en México un nuevo mercado, sino también un socio estratégico en América Latina.
Más que gas: transferencia tecnológica y cooperación industrial
El anuncio no se limita al envío de GNL. El ministro ruso de Energía, Serguéi Tsivilev, planteó la posibilidad de apoyar a México con tecnología para la extracción de petróleo en zonas complejas, así como asesoría en el procesamiento de crudo y modernización de sistemas eléctricos, desde plantas de generación hasta redes de distribución.
“Rusia está lista para compartir experiencia y soluciones en todo el ciclo de producción energética”, aseguró Tsivilev. El mensaje fue claro: no se trata solo de vender combustible, sino de construir una relación de cooperación más profunda.
Un contexto que obliga a replantear alianzas
Actualmente, México depende en gran medida del gas natural proveniente de Estados Unidos, con cerca del 70 por ciento de su consumo cubierto a través de gasoductos. La tormenta invernal que afectó Texas en 2021 evidenció la fragilidad de esta dependencia y abrió un debate interno sobre la necesidad de diversificar fuentes y fortalecer el almacenamiento estratégico.
En paralelo, Pemex ha iniciado un proceso de reactivación de miles de pozos cerrados, con el objetivo de aumentar la producción nacional y alcanzar los 1.8 millones de barriles diarios.
Una decisión que requiere análisis
Hasta el momento, ni el Gobierno Federal ni Petróleos Mexicanos han emitido comentarios sobre la propuesta rusa. Sin embargo, expertos del sector energético advierten que, más allá de las implicaciones comerciales, esta oferta conlleva consideraciones geopolíticas, tecnológicas y logísticas que no pueden tomarse a la ligera.
Rusia busca posicionarse como un actor relevante en el suministro global de GNL, mientras que México tiene la urgencia de reducir riesgos y fortalecer su independencia energética. La posible alianza entre ambos países podría marcar un giro significativo en la política energética nacional.
La pregunta ahora es: ¿está México dispuesto a abrir una nueva puerta en su mapa energético?
Fuente: El financiero
Foto: El financiero
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